lunes, 23 de abril de 2018

El retorno / Robin Myers

Ésta es la calle donde naciste.
Ésta es la llave que perdiste en la nieve,
y éste es el abrigo que usaste para buscarla.
Ésta es la manera en la que se ve el cielo desde un avión la mañana
que te fuiste de casa. Éste es el lugar que pensabas nunca abandonar.
Éste es el sándwich que comiste en la escalinata de la iglesia,
las migas que lanzaste a las palomas. Ésta es la funda de almohada
que tu cabello delinea. Éste es el verano.
Éste es el continente que cruzaste,
la carta que metiste a la lavadora por accidente,
el cuchillo de cocina que salpicaste de sangre cuando a solas
cortabas una cebolla.
Éste es el asombro al reconocer a un amigo por su tos
desde la otra habitación. Esto, a pesar de que estés dormido,
es un ratón bajo el piso de madera y la luz
que se esparce por las rendijas, y éstas son las sombras
sobre la columna de una espalda que se gira.
Esto es casi lo que quieres decir.
Esto es alguien que toca Brahms bajo las escaleras,
el vaso de agua que tiembla sobre el piano, el derrame.
Esto es ira, clases de manejo, un año en tu vida;
ésta es la parada de autobús, las sábanas, la onda de calor;
éstos son los fuegos artificiales que viste desde lejos,
que mudos se abrieron como flores en una colina oscura.
Esto es la manera en que observas a la gente en el tren
y la extrañas. Esto es la fe que pones en el nudo de la cuerda
que estás escalando, y estos son tus dedos, calientes
y despellejados. Esto no es una excusa. Esto
es el océano dentro de una concha. Esto es el océano.
Esto es, al parecer, a lo que hemos llegado.
Esto eres tú, si regresas.
Esto eres tú si no regresas.

domingo, 8 de abril de 2018




¿Estuve tomando siempre decisiones con mi cabeza? Renata dice que hay que escribir porque pueden robarnos el cerebro. En ese caso, no podría hacer absolutamente nada, creo. No sólo porque ahora trabajo de vender mis pensamientos al Estado sino porque pocas veces (y con poco éxito) me guiaron la intuición, los sentimientos, la emoción. Y eso que me crié en una cultura que privilegia bastante los sentimientos, dejarse llevar, fluir, soltar... Mis pensamientos son una voz que no se apaga nunca. Probé de todo. Diferentes deportes, sexo intenso, drogas, pastillas para dormir. No se van. Mi computadora es un desprendimiento de mi cabeza. Tal vez llegue un momento en que nos roben partes del cerebro o información que ahí guardamos. Me deja bastante intranquila este planteo de mi amiga, que no me importa cuán base científica o fáctica tenga, siempre me apasionó la ciencia ficción. Mi mejor manera de sentir o ser feliz (si es que son lo mismo) es con la mente. Actividades favoritas: leer, hablar durante las películas, hablar de temas variados, tomar clases de temas variados, escribir, dormir (siempre recuerdo mis sueños), recordar qué soñé, anotarlo, contárselo a alguien, escuchar sus sueños o pesadillas. Nunca me arrebato, soy cautelosa, edifico lentamente y de a partes, en silencio, no me gustan los exabruptos ni las sorpresas. Mi problema es el control. Perderlo es como tener la computadora tildada, que se salga el volante de la bicicleta, quedarme encerrada en un ascensor. Mi corazón se lo regalo al primero que pase. Ni siquiera me gusta la palabra 'corazón' o 'sentimientos' (la palabra 'alma' es peor). Ni siquiera estoy convencida de que sean diferentes puertas como en la imagen robada de internet. Ahora que lo busco en Google hay animales sin corazón y hay animales sin cerebro. El tema es la sangre. El sistema nervioso. Tal vez me toque de por vida estar parada ahí en el medio buscando la mejor forma de convivir con el resto, para no racionalizar todo, para ser un poco yo, no enojarme frente a frases como "sos muy racional", "deberías agotar tu cuerpo así descansa mejor", "pensás demasiado".  Una vez me acuerdo en una sobremesa con amigos de mi novio y sus parejas que me preguntaron qué me parecía la compra de animales de raza, habiendo tantas mascotas abandonas en la calle y respondí que no sentía nada. Nada de nada. La novia de uno de los chicos que era estudiante de psicología o algo así quiso analizar mi frase y deducir de ella que yo no sentía directamente nada, que qué curiosa elección de palabras. A veces digo cosas por el estilo... porque me gusta pelear. Mi mamá me había apodado "Contrera". Contra todo, contra mí misma.