martes, 17 de noviembre de 2015

Tengo la teoría

Bue, que la lluvia favorece a la depresión no es nada nuevo, aunque tengo la teoría. Que yo vivo deprimida tampoco. Pero llueve y estoy triste. Qué cliché. Me deprimen los clichés. Yo soy un cliché, ya lo dije, ¡qué cliché! Hoy conocí Miramar y me deprimí. Si viviera en Miramar y lloviera como hoy estaría peor. Tengo la teoría de que hay ciudades más depresivas que otras. Edificios de 45 departamento con persianas cerradas, calles de barro, portones de colores. Una de esas calles se llamaba "El Porvenir". El porvenir, qué concepto extraño. Tiene un matiz positivo inexplicable. A mi, el futuro me deprime. Pero porvenir y futuro no son sinónimos, o sí. Me entusiasmé con tener un amante que viviera en el campo, en el porvenir y me contará de qué se trata eso. Un amante inocente que se enamore de mi y todo fuese como una novela del siglo XIX en la que se oponen ciudad y campo, civilización y barbarie. Puede transcurrir durante la época de Rosas. Y él me cuenta del porvenir, del 2015 en adelante, de cómo yo cumplo todos mis sueños y no me quejo nunca más de nada.
Pero hoy me di cuenta que no voy a encontrar a ese amante ni a ninguno. ¿Cómo alguien puede quererme? Mi novio, por ejemplo, no me habla más. Tengo la teoría de que nadie puede quererme sinceramente porque yo no puedo trasmitir felicidad a nadie. Y todos buscan alguien que los haga sentir bien. Me odio por hablar como un libro de autoayuda. Podría escribir uno. Autoayuda para empleados públicos. Suena prometedor. Suena a éxito editorial. Voy a escribir un libro sobre el trabajo para no trabajar nunca más. Es mi mejor idea. Tengo teorías, de vez en cuando tengo ideas. Ideas que no cumplo y seguramente nunca cumpla. No puedo hacer feliz a nadie pero quiero que alguien, un amante del siglo XIX o del siglo XXI, de la época de Rosas o de Cristina, venga a hacerme feliz. Dejaría a mi novio y a mi perra, podríamos fugarnos lejos, escondernos y me regalaría flores y abrazaría todo el tiempo. Me abrazaría porque sino podría fugarme de él también. Es el porvenir o podría serlo. No, eso no es el futuro. Esos son pensamientos sin fundamentos, no son teorías, tampoco son sueños. No quiero nada, tengo la teoría.

lunes, 16 de noviembre de 2015

Mi novio soñó que me ahogaba

Escucho canciones que se tocan con un acordeón. No puedo leer, no cocino más, no trabajo, no tengo ganas de bañarme, de dormir, de fumar, de nada. Hasta que no arruine mi relación no voy a estar tranquila. Es como algo que me pica, me molesta, me zumba en el oído y no puedo concentrarme. Estuve mirando posgrados en Estados Unidos, en otros lugares, para irme, pensando cuál es la mejor salida de una relación. A veces me convenzo de que la culpa es mía y nunca voy a ser feliz, en esta relación ni en ninguna. No puedo hablar de otra cosa. Ni siquiera entiendo cómo hay personas que leen mi blog. Siempre pensé que estaba sola acá, hablando conmigo misma. Después pienso que enamorarme de nuevo puede ser una salida feliz para mí (siendo muy egoísta con los demás) pero nadie se enamora. Ni yo ni los hombres que me gustan. Otras veces se me ocurre (como en una de las peores películas de Woody Allen) que puedo hacer de cupido entre mi novio y alguna chica que sea para él. Alguna kinesiologa o nutricionista. Alguien que tenga sus bondad, sensibilidad, organización y constancia. Alguien que quiera a su familia, que quiera tener hijos y anotarse en el procrear. Mi novio no es así de aburrido y básico pero cada vez estoy más convencida de que es lo que quiere. No me propone otra cosa, nunca me habló de otros planes para el futuro que no se parecieran a tener una buena vida, viajar, tener una casa e hijos. Hace unos días soñó que me proponía matrimonio. En vez de darme un anillo dejaba en el fondo de la pileta de la cocina un vestido blanco de casamiento. Abría el agua para que corriera fuerte y una vez que todo estuviese inundado yo viese al vestido blanco flotando e interpretara (!!!) que eso era una propuesta de matrimonio. Pero cuando él me llamaba yo estaba ahogándome en la cocina con el agua de la canilla abierta. Me llamaba y yo nunca contestaba; cuando se acercaba a la cocina me sacudía pero ya era muy tarde. Le pedí que reflexionara, que soñar que me ahogaba con la propuesta de matrimoino era un sueño terrible, gráfico, ilustrativo y preocupante. Le dije que me sentía como en su sueño pero no me hizo caso y me dijo, como Calderón de la Barca, que los sueños, sueños son.

domingo, 8 de noviembre de 2015

Marvin

Voy a poner nuestra foto en facebook para que parezcamos vivos aunque sea ahí. Para que alguien sepa que nos queremos aunque no seamos nosotros. Para que sigamos juntos o nunca se termine, porque una vez me dijeron que todo lo que tenés en internet nunca se borra aunque vos quieras. Ojalá la vida fuera así y no existieran las decisiones. Quiero que una máquina decida por mi, si en este punto es mejor seguir o irse, como en una encuesta popular o una votación. Cuando no quiero estar mal o no quiero pensar qué tengo que hacer, escucho a Marvin Gaye. Nunca hay que subestimar la negación porque hasta se puede llegar a ser feliz. Escucho sus canciones y me olvido de que no hago lo que quiero, de que tengo miedo, de que algún día aunque no quiera voy a tener que tomar una decisión.

sábado, 7 de noviembre de 2015

Ayer salimos con una amiga. Últimamente salgo todos los días. A cenar, a tomar cerveza, a bailar, a lo que se presente, no importa qué ni con quién. Las dos estamos conviviendo con nuestros novios, en el mismo punto de la carrera en la facultad y tenemos la misma edad. Nos quejamos durante un rato de que queríamos aventuras, de lo que fuese, que todo estaba bastante aburrido. Fuimos y robamos en una estación de servicio. Le dije que el de seguridad se había ido, que guardara la gaseosa entre su ropa y saliéramos corriendo porque el tipo que cobraba lo hacía muy lento. Todos nos habían visto pero corrimos muy rápido. Hacía mucho que no sentía adrenalina. Era como en una película, no sé, una vida emocionante, al borde de algo, cualquier cosa, aunque terminara mal. Tuve muchas ganas de salir a robar a otro lado y mi amiga me confesó lo mismo.
La semana pasada me fui martes y miércoles a Cariló con otras dos amigas y nos emborrachamos con champagne en un hotel cinco estrellas. Le pregunté a mi novio si eso le parecía normal, faltar al trabajo para ir borracha a un sauna, por más divertido que parecía me sonaba algo preocupante. Son planes que antes no hacía y la verdad es que desde hace un tiempo estoy con problemas para todo: para dormir, para despertarme, para concentrarme, para comer. Estoy triste. Y ganas de llorar. Por momentos pienso que con el tiempo se me va a pasar o pienso que debería hacer algo. Empecé el gimnasio pero mientras corro en la cinta o en la bicicleta tengo ganas de llorar. Pienso mucho y frunzo las cejas.
Fuimos a ver una película al festival de cine de adolescentes que se suicidan porque sus vidas son muy monótonas y se drogan mucho. Mi amiga cuando salimos me dijo que siempre piensa en el suicidio, que vivir es denso y aburrido pero que ni siquiera tiene ganas de pensar qué hacer o cómo terminar. Creo que desde ese día estoy bastante deprimida yo también, como los de la película y como mi amiga. Tengo una vida aceptable pero muy aburrida. Me estoy pareciendo a mis compañeros de trabajo. Eso me deprime y no puedo compartirlo con casi nadie porque las personas que me rodean no trabajan y si lo hacen pueden tomárselo personal. Es una trampa el trabajo, es como vender el alma al diablo por una tarjeta de crédito o un plan de pago para tener auto. Mis compañeros de trabajo hace diez años (o menos, voy a ser justa) que hacen lo mismo de sus vidas. Van a jubilarse de eso, nunca van a cambiar ni a dejar. No son de las personas que tiran todo y se van o cambian drasticamente de un día para otro. Pienso que me estoy pareciendo a ellos, que no puedo pensar en perder ese trabajo porque estoy muy cómoda haciendo la vida aburrida de cuarentona como todos. Pero mi insatisfacción, mi tristeza, es infinita, enorme. Tiene el tamaño de los sueños que todavía no puedo cumplir.

sábado, 17 de octubre de 2015

Yo no soy

ayer decidió que era muy joven para tener éxito en algo
va a seguir trabajando en la oficina a la mañana y a la tarde
es probable que haga las cosas que le gustan
se convenció de que por un tiempo es mejor odiar
la oficina
y no trabajar de lo que quiere
bueno, tiene tiempo
tiempo para equivocarse
redimirse
asegurarse
reivindicarse
perder

después del trabajo puede quitarse su ropa administrativa y sacar los sueños
le sobran sueños
ayer pensó en escribir una novela contra el trabajo
y se convenció de que era demasiado joven
para tener éxito con un libro

jueves, 1 de octubre de 2015

La pastilla del día después

Las ideas tendrían que venir en pastillas, siempre lo digo. Y si son del día después mejor. Después de las cagadas, las cosas mal hechas, los accidentes. Cuando digo "en un punto, estoy cansada", es en todos los puntos. Bueno, no sé cómo arreglar las decisiones que fui tomando. ¿Por dónde empezar? Tengo una vida de cuarenta años que no me gusta. ¿Tengo tiempo para cambiarla? Sí, tengo tiempo de sobra. Necesito ideas. O que pase algo, algo que lo cambie todo. Tuve un falso atraso, una falsa separación y un falso duelo: no pasó nada. Lo que persiste es escribir. Y que yo sigo siendo media boluda...media aburrida y media depresiva. Tengo ideas para escribir... historias, sueños, cosas que me cuentan las personas. Necesito ideas para mi vida, la real, la que paga las deudas, todo eso. A veces creo que fue un error anotarme a estudiar Letras, irme a convivir con alguien tan chica, adoptar un perro de la calle, entrar a la oficina. ¿Quién me mandó a hacer todo eso? ¿De verdad lo quería? Porque siempre se puede ser un poco más consecuente, un poco más boluda y un poco más negadora (sobre todo, negadora) voy a seguir estudiando y voy a seguir con todo. La única forma de salir de este lío es por la puerta de entrada y con el título en la mano. Y la llave de mi casa, eso sí. A la manera en que yo puedo estarlo, estoy bien. Pero me cuestiono seguido y siento que es momento de pasar a otra cosa, como si la vida se tratara de estadios que hay que ir completando. ¿No era así?

viernes, 25 de septiembre de 2015

Planes para el futuro

A) Escribir literatura
B) Escribir sobre literatura
C) Escribir sobre otras cosas
D) Dar clases

.............
......
...............
....................
....................

....

Q) Trabajar en el Ministerio de Trabajo

sábado, 11 de julio de 2015

Consejo

Tengo que hacerle caso a todos los consejos que a lo largo de toda mi vida le di a mis amigas. 

martes, 30 de junio de 2015

Mi hermano tiene 13 años y ve fantasmas

Mi hermano tiene 13 años y ve fantasmas. O eso dice, todavía no está comprobado. Dice que vio tres fantasmas en un espejo, sombras negras, no sé, que le hablaron. Otro fantasma que le respira en la cara y por eso no duerme a la noche. Tiene muchas contracturas en la espalda. Le dicen "preparáte para lo que viene", "va a ser peor". No sé si creerle o qué. Yo no creo en los fantasmas. Pero, ¿no vemos todos fantasmas todo el tiempo? ¿No tenemos todos nuestros propios fantasmas? Le dije a mi papá que lo veía un poco sugestionado. Tiene una página de mitos de terror y ya hizo dos notas para una radio contando sus historias de fantasmas. Creo que se siente especial o con algo para decir. A todos nos pasa o nos pasó. Escribir es eso, en parte. Pero, ¿hay que preocuparse? Yo no soy muy buena dando consejos de hermana mayor. Le dije que se olvidara y siguiera con su vida. Lo miro asombrada y me hago la que tengo miedo, aunque en el fondo no lo crea posible. Me da culpa pero es algo que no puedo evitar pensar.

viernes, 19 de junio de 2015

Nunca creí en el príncipe azul pero

Nunca creí en el príncipe azul ni en el hombre perfecto ni nada. Me gustaban feos, raros, introvertidos. Me gustaron siempre distintos los hombres pero no me ilusioné nunca con que alguien más pudiera darme algo que yo necesitara o "llenarme". Toda la idea de que viene un hombre a rescatarte es terrible y absurda a la vez. Pero aunque me contradiga nada me gustaría más ahora que un príncipe de disney que venga a rescatarme. Ya sé que la que va a tener que rescatarse a sí misma soy yo, pero por momentos cuando estoy triste flasheo en una solución de este estilo: un hombre-disney, vacío pero sin problemas. No está todo bien en mi vida conyugal y lo único que quisiera ahora es que ese hombre pasara a buscarme en auto (porque en mar del plata hace mucho frío) y me llevara a cenar. Me di cuenta que en este momento de mi vida no quiero tener un marido ni nada así, quiero un novio bobo que me haga reír o me pague las cosas que quiero. Igual dije en este momento de mi vida, no para siempre. No quiero nada para siempre. Una amiga me dice que me fije cuántos días a la semana me siento así . Va a quedar estar sola y estar bien. Es lo mejor del mundo estar bien solo y no necesitar a nadie. Ahora que mi novio viaja a cursar a otra ciudad me di cuenta lo bien que me siento en soledad. Me gusta no hablar con nadie, no dar explicaciones, no compartir la casa. Creo que ese es el problema de muchas relaciones. No se puede sostener una relación si no necesitas al otro. Porque es como si así no existiera el amor, como si el otro estuviese de más. En un punto es así. Pero ya no quiero pensar en cuál es la mejor manera de que una relación funcione, de una convivencia, lo que sea. Quiero vivir en un cuentito de Disney y dormir durante años hasta que un príncipe o un Ken (el muñeco de Barby) venga a buscarme a despertarme y me lleve a Brasil de vacaciones. Estoy cansada de pensar, perdonar, soportar, reflexionar. De hablar, sobre todo. 

jueves, 11 de junio de 2015

Se fue

Ya regalé a mi perrita... Lo que en principio está bien en la mente nunca se traduce tal cual a los impulsos y sentimientos. Siento un vacío horrible, como un miedo a la muerte, a la soledad. Nicolás tres días en La Plata, yo acá con tres millones de cosas. Y dos viejos jubilados solos que viven enfrente a otra plaza con todo el tiempo del mundo se la llevaron. Sé que la quisieron cuando la vieron y son buenas personas. Se les murió hace poco su perrita de catorce años. Se abre un agujero en una casa, se cierra otro en algún lugar. Así es todo, o no. Tristezas por todos lados. ¿Cuántas personas lloran porque extrañan? ¿Cuántas ausencias hay en el mundo a esta hora? ¿Seré yo sola? ¿Y si me equivoqué? En secreto, espero que no se adapte o no la quieran para que vuelva a mi, a nosotros. Pero sé que no puedo darle nada, entonces espero que sea feliz. Aunque no pueda ahorrarme el llanto cuando miro sus huesitos de mentira, su hueco en el sillón.

martes, 9 de junio de 2015

¿Y si todos estuvieran mejor sin vos?

Estos días estamos con la disputa de si dar a la perra o no. Eva, nuestra perra, es inquieta, cariñosa, buena... pero ocurre que con Nicolás no estamos nunca en casa. Él viaja a La Plata a cursar las últimas materias de su carrera, dos y a veces hasta tres días a la semana. Yo, entre trabajo, cursadas y ocio, no estoy en casa hasta la noche. La perra se aburre, nos rompe las cosas, llora. 
La veo que está mal, percibo que sufre y no quiero retarla más. Hablamos de regalarla a un hogar mejor pero en facebook y también mi cuñada nos condenan por eso. ¿Si uno le dice a otro que con alguien más o en otro lugar va a estar mejor, es abandono? ¿Querer lo mejor para alguien es no ser humano? ¿Dónde está escrito que las adopciones, las cosas, en general, son definitivas? Fundamentalistas sin fundamentos. Y problemas de apego. Miedos. Está bien, todos tenemos miedos. Pero, esas personas encarnizadas en la lucha contra el abandono de los animales, ¿no temen su propio abandono, todo el tiempo? ¿No estamos volcando nuestras inseguridades en las luchas fundamentalistas? Bueno, necesito decirlo. Porque parece que yo no soy un ser humano, no tengo sentimientos. Hay que ser y sentir como dicen los demás. Todo lo que escape a eso es incoherente, inhumano o absurdo. ¿Estaré loca? Una vez que creo, en mi vida, que voy a tomar una decisión adulta, fuera de mi egoismo habitual, considerando todas las partes, casi sin impulsos y con analisis, soy acusada de inhumana. Algo está mal. Ellos y yo.
En esta guerra entre los fundamentalistas y yo se abre una línea divisoria que tensiona cada vez más la cosa. Ahí lo que se discute es irremediablemente importante: quién es más digno, quién tiene más humanidad. Pensé que yo. Otra vez. Estaba equivocada. Recurro a mis rencores y agresiones de siempre, pierdo lo poco humano, les doy la razón. Después vuelvo a ser yo y me entristezco, me quiero quedar con la perra. ¿Qué tengo que demostrar? ¿Por qué nadie inventó todavía un programador de decisiones que las tome por nosotros? Quiero llorar. 
Los sentimientos de mi novio me importan. Él sufre por mí, por Eva, porque tiene humanidad y está por sobre todos nosotros. No quiere tomar la decisión ni realizar la donación de la perra. Yo, otra vez, me tengo que encargar. Su hermana se enoja, quién sabe porqué, le dice que es malo para la perra y que no se hacen esas cosas. Él llora...
Mi mejor salida es la de siempre: mandar todo al demonio. Pero, ¿y si de verdad todos estuvieran mejor sin mí? Estoy mirando los últimos capítulos de una serie donde la protagonista vuelve a su casa después de un mes y el novio ya tiene otra novia pero lo más terrible es que es extremadamente feliz. Pienso en mí y en mi relación y mi perra. ¿No es lo mejor, lo más sano, lo correcto, aceptar que uno falló y otros pueden ocupar mejor nuestro lugar? Siento que está bien pero a la vez lloro, porque es mi peor pesadilla: aceptar que los demás son más felices sin mí. Creo que es la peor pesadilla de cualquiera. La serie me hace mal y lloro. Tengo mucho miedo de que me pase algo así. Con mi ex creo que me pasó, salvo porque yo era muy chica y muy tonta (todavía). Creo que ahora es más feliz sin mí. Practica yoga, anda en bici y hace todas las cosas que antes yo quería que hiciera y no hacía, como tocar la guitarra o viajar.

lunes, 8 de junio de 2015

Soy de los que piensan que los sueños se van a cumplir

No sé por qué pienso que todos mis sueños se van a cumplir.
Como una especie de negación o un irreconocible optimismo nuevo.

martes, 26 de mayo de 2015

Me voy de viaje sola

Mañana me voy de viaje sola. Estoy feliz por eso pero nunca me fui muy lejos y sola. Tengo miedo de no hacer amigos o de aburrirme y no soportarme. Me compré auriculares porque los otros se me habían roto y eso me tranquiliza porque tengo celular nuevo lleno de música.
Estoy mirando una serie y la protagonista es escritora -o quiere serlo- y llora porque no quiere trabajar diez años en la oficina, adaptarse a las comodidades y privilegios de esos trabajos que "todo el mundo quiere tener". Ahora que lo pienso, no estoy escribiendo nada. Tampoco estudié para el parcial de hoy.
Es una semana aprox. que no voy a estar. Justo me escriben para hacer un trámite del trabajo urgente, que en realidad yo necesito hacer para quedar "más efectiva" de lo que estoy ahora, aunque sin garantías de que cuando pasen las elecciones, dependa del nuevo presidente mi lugar en el ministerio. En fin... todo eso me pone un poco triste.
Sí, yo tengo sentimientos. El otro día vino una compañera de trabajo con sus bebés y yo los besé y les sonreí. Otra compañera dijo "ah,tenías sentimientos". Sí, los tengo y tengo muchos. Y estoy triste. Soy fanática de las series, de todo tipo, narcos, problemas familiares, chicas ricas, princesas y reyes, doctores, lo que pasa es que me voy y no voy a poder seguir viendo "Girls". Me queda poco para terminar la cuarta temporada y todavía no salió la quinta.
Mientras preparo el soundtrack del viaje -colectivo-avión-colectivo- pienso que no quiero música ni muy feliz ni muy triste. No quiero tener sentimientos muy intensos, solamente quiero estar tranquila y descansar. No conozco Tucumán. Espero que haya lugares autóctonos para visitar y el congreso sea interesante. Ah, y que mis compañeros de cuarto también sean buenos y no hagan mucho ruido. Hoy no tengo mucho para decir, lloré bastante el fin de semana mirando "girls" y mi novio me dijo que era una superficial por eso. Nos peleamos un poco pero me voy bien....
En la serie la protagonista consume cocaína y se acuesta con todo el mundo para tener algo que contar cuando escribe. Yo no sé si tengo que vivir mi vida para tener ideas, para escribir. Me da miedo pensar que así tiene que ser. A veces, amenazo con que agarro todo y me voy de viaje a algún lado lejos. Pero ahora me doy cuenta de que no es tan fácil, al menos no para mí que soy un poco miedosa y obsesiva. No me gusta mucho improvisar, no me siento segura. Mamá me asustó diciendo que en un viaje le habían roto la valija y yo pensé en dónde me voy a meter toda la ropa si eso pasa. Ojalá no pase nada y sea feliz, necesito ser feliz unos días.

domingo, 17 de mayo de 2015

Extraño mi adolescencia

Josefina y Pupé

Extraño mi adolescencia. Muuuuuuuchoooo. Ya van varios días en que me entristezco de la nada y pienso que extraño mi adolescencia. Hoy me llamo una amiga que hace mucho que no veo -Jóse- y me decía que nada es como antes, que ya no nos vemos ni hacemos boludeces. Sí, todo cambia, le digo. Ella es autocrítica, desde que está de novia no nos damos mucha bola y es cierto que no hacemos casi nada juntas. Pero me dice que se siente sola y que ahora que se compró un auto va a pasar a buscarme seguido para volver a ser amigas como antes. Yo no sé si quiero porque a veces tengo miedo de tener una regresión y volver a hacer cosas que creo que ya tengo superadas. Hace poco murió Pupé, su perrito que tenía como quince años. Estuvo con nosotras desde muy chicas y fue muy triste que se fuera. Esto me hizo recordar muchas cosas del pasado, que pensé que había olvidado y de pronto son como una película muy larga que estoy obligada a ver. Viajábamos todos los veranos a Villa Gesell y salíamos a bailar todas las noches. Casi nunca estábamos cansadas y siempre queríamos más. Una vez, su abuela iba a alquilar la casa y como la tenía toda preparada para eso dormimos en una carpa. Al final la casa no se alquiló y la última noche dormimos en camas pero yo me golpee y aflojé la prótesis de mis dientes. Esas cosas me pasaban cuando era chica. Ahora tengo dientes de porcelana que según mi mecánico dental (que también murió hace poco) nunca deberían salirse. Las cosas cuando sos grande nunca se salen ni se pierden. Todo es tan definitivo, tan estanco e inmóvil. Antes me tiraba en la cama a escuchar música y pensar en el chico que me gustaba -era muy soñadora y enamoradiza- y ahora estoy durmiendo o pensando en todo lo que tengo para hacer. Los días son muy cortos, las obligaciones muchas. No me pasa siempre esto de extrañar la adolescencia pero cuando adviene ese sentimiento es demasiado fuerte como para no llorar o querer morirme.

Mi cuñada

Agustina es la hermana de Nicolás, mi novio. Se llama igual que yo pero tiene 17 años. Bueno, los cumple en unos días. Es chiquita y está llena de aros y pulseras que ella hace. En junio se va a Bariloche y está feliz por eso. Entusiasmada, qué se yo. Yo no viajé a Barilo. No tenía amigas y decidí que forzar la amistad para hacer ese viaje y encima tener que pedirle a mis papás que lo pagaran (divorciados, sin hablarse y con muy pocas probabilidades de hacer un acuerdo sin abogados o jueces) no era una buena opción. Me quedé en casa y me acuerdo que en toda esa semana no fui a la escuela. Tenía una amiga y un novio. Mi novio iba a la universidad y estudiaba filosofía. Me enseñó de literatura, cine y música. Pude capitalizar todo eso y estudiar una carrera. No todos pueden decir que hacen lo mismo. A mi las relaciones siempre me sirven y me dejan cosas. Me hacen mejor.
Bueno, Agustina no sabe qué estudiar. Está entre biología y diseño industrial. Son dos opciones que no tienen nada que ver, como le pasa a la gran mayoría de los adolescentes que se ven forzados a decidir a los 17 o 18 años qué quieren hacer por el resto de su vida. Porque, vamos, esa decisión es así de dramática. Después decimos que no era para tanto. Pero solo después. Que todo se trata de la pasión, qué te gusta, qué querés, qué te parece importante. Me gustaría decirle que uno es arrojado a un lugar y ya, tiene que aprender a flotar y mantenerse. Mantenerse a flote. Eso. Pero yo soy muy blanco o negro, vida o muerte. Siempre supe lo que quería hacer y que, en eso o en lo que fuere, fuese buena. No sé. A veces pienso que me educaron de una forma tan contraria que no puedo tolerar las diferencias con otra familia. Creo que lo mejor es lo que yo pienso, aunque en el fondo sé que no está bien. Hay que ser más decidido y elegir algo. No sé. Yo eso de los gustos, de qué vas a trabajar cuando termines, si vas a poder vivir de eso o no, no sé, nunca me importó. Hay que tomar decisiones y punto. Cuando estaba triste mi mamá siempre me preguntaba "¿de verdad estás triste?" O cuando quería algo: "¿de verdad querés eso?" Ella no me obligaba a dudar, todo lo contrario, me hacía pensar en la fragilidad de los sentimientos y los impulsos y lo importante de tomar decisiones serias, importantes, definitorias para la vida de una persona. Todavía la escucho decirme ¿de verdad, Agustina?. Yo creo que todos en el fondo sabemos qué y cómo queremos ser y hacer las cosas. Pero eso no significa que tengamos ganas de esforzarnos y hacerlo. Hay una vida más cómoda que ésta.

Mica

Mi hermana más chica me llama contándome que le gusta un chico pero que le dijo que no puede tener nada con ella ni con nadie porque hace tres años no le va bien con el estudio. Mis hermanas se fueron a estudiar a capital. Victoria y yo nos quedamos. Guillermina y Mica están allá. En un punto la envidio y en otro agradezco no estar histeriqueando con nadie en este momento. El chico estuvo dos años tratando de hacer el CBC y parece que muy bien no le iba. Mi hermana me manda nota de voz por el celular y me cuenta. Trato de ayudarla pero a la vez siento que no se nada del amor (aunque lo disimulo muy bien). Trato de darle ánimos para no decirle que todas las relaciones en el fondo se parecen, duran casi lo mismo y terminan por iguales motivos. El amor no existe. Estudiá, crecé, disfrutá de las cosas buenas de capital, tené sexo, hacé amigos. Pero no les creas lo que dicen a los hombres porque hay muy poco tiempo como para estar pensando si te mienten o te dicen la verdad. "¿No puedo tener una relación porque no tengo tiempo?" Es tan pero tan raro como típico. Una vez salí con un chico que trabajaba en una florería. Me dijo que no quería que fuese su novia (yo nunca le había insinuado nada), una vez que lo invité a una fiesta. Me explicó que no quería nada serio, que quizás iba a ir a la fiesta, o no, que no me hiciera ilusiones. Como mi cerebro está programado con mis sentimientos, dejé de gustar de él mientras decía esas cosas. Le dije que no quería verlo a los dos o tres días y nunca más lo llame. Bueno...algunas veces en las que me sentí sola y triste. Pero me arrepentí rápido y llegué a cancelar salidas a la media hora de haberlo invitado. Listo, nunca más. El tipo no paró de insistir, de decirme "cosas lindas", incluso llevó regalos a mi casa mientras yo no estaba. No dejo de pensar en esa historia mientras mi hermana me cuenta la suya. A veces las personas dicen cosas que no sienten pero bueno, parece que hay que decirlas o suenan bien. 

Me alegro de no estar pasando por algo similar. Mi mente creo que no lo resistiría. Me gustaría gustar de alguien o que alguien guste de mi pero de manera platónica. Amo los sentimientos pero las personas casi siempre nos lastiman. Habría que quedarse sólo con eso. Por momentos pienso que esa desconfianza me aleja un poco de las personas que quiero. Un compañero de trabajo -creo que medio en chiste, medio en serio- me dijo el otro día que mi novio seguro me quería mucho. Creo que insinúo que a excepción de eso nadie podría tolerarme mucho tiempo o estar conmigo de novio. Me quedé pensando en la soledad y por qué las personas están con uno. Yo no sé si soy buena novia, pero es cierto que las personas que me quieren lo hacen de manera incondicional y bueno, las que no me soportan, lo hacen fuerte.

sábado, 16 de mayo de 2015

Mientras escribo sobre un montonero
tengo ganas de hacerme flequillo
pero interiormente sé que no me queda bien,
me lo dijeron muchas veces
Para no hacerlo canalizo mi deseo
pintándome las uñas de azul.
Me siento superficial haciéndolo
al mismo tiempo que escribo
lo que voy a decir en un congreso de poesía
sobre alguien que dio su vida por un ideal.
Pienso en qué ponerme hoy a la noche
tengo una fiesta y quiero bailar,
no sé si hacerme flequillo.
Mis dilemas van cambiando
pero siempre me parecen igual de estúpidos.
Me siento un poco impostora y falsa
por escribir sobre cosas profundas
escuchando nuevo pop, pintándome las uñas
chateando con mis amigos.
No tengo poder de concentración absoluto
sobre las cosas importantes
pero quiero un vestido para el casamiento de mi cuñada
blanco con strass en los hombros
las mangas son geniales.
Gasto muchísima plata en ropa y después estoy triste
todo el mes porque no tengo $$$$
Una amiga me dijo que tengo una insatisfacción muy profunda,
otras que es adicción pero no sé.
Creo que nos pasa a muchas personas.
Lo mantengo en secreto y trato de controlarme.
Intento dar la imagen contraria
pero es que en el fondo no sé del todo bien
qué es lo que soy o cómo.

viernes, 15 de mayo de 2015

Me voy a pintar
(A bordar
un tapiz que exprese lo mucho que te quiero.
Le voy a poner todo el amor 
que nunca te podré entregar 
aquí 
develo 
el secreto
de mi intensidad
No sé enamorarme.

(Fer Laguna)

lunes, 27 de abril de 2015

Cenizas


Tanta ceniza me hizo mal a los ojos y me dieron ganas de llorar, de repente. Hacía tanto que no lloraba ni con una película, una noticia triste o las peleas absurdas que tengo con mi novio. Entre la alergia, la nostalgia y mucho trabajo, me entristecí. Ya no sé si quiero enamorarme de nuevo o retroceder el tiempo y volver a vivir esos primeros momentos de novios que son tan lindos. No sé qué me pasa estos días. No sé. Porque el mundo parece que se puede terminar en cualquier momento. Me dan ganas de dejar de estudiar e irme de viaje. Sueño que la lava del volcán se lleva todo por delante y nos quema y nos morimos. Y yo, en parte, me quiero quemar. Por ahí de esa manera pase algo. Fue lo único que me causó un sentimiento estos días, cuando ninguna otra cosa podía. Lloré y comí un pancho, cuando soy una vegetariana fiel hace más de diez meses. Lloré por eso y me di cuenta que no tenía sentido. Después de eso no volví a comer carne de nuevo. Pero eso me llevó a preguntarme cuántas ganas de bardear que tengo (muchas). Con cualquier cosa, incluso contra mí misma y mis supuestas ideas, la única que pude llevar adelante: la de ser vegetariana. Le dije esto a mi novio y me miro muy mal porque en el fondo no me entiende, cree que todo se trata de ser o no infiel. Me voy a Tucumán y voy a volar en avión, con un poco de miedo de que pase algo después de tantas cenizas y desaparición de aviones. No quiero llorar más. Me gustaría que alguien guste de mí y tengamos un secreto. Como mi vegetarianismo y yo. Me dan ganas de vivir todo de golpe, alguna aventura o tener miedo, porque sí, el mundo se va a terminar y tiene que haber sentimientos fuertes. Sino que las cenizas me hagan llorar todo para que después, de verdad, nada me importe mucho.
Ah! Estoy re feliz porque vuelve Full House. No vuelve Twin Peaks todavía, pero sí esta serie berreta de Warner Bros que miraba con mi hermana cuando éramos más chicas. Era sobre los problemas de tres niñas que las criaba su padre soltero. Al revés de como me pasó a mí pero no importaba. Cuando sos chica te podes identificar con cualquier cosa, no como ahora que siento que para verme identificada con algo voy a tener que ponerme yo a escribir la novela o la película que quiera leer o mirar para que me cause empatía.El tío era medio banana y el padre re virgo. Siempre me pregunto porqué los hombres en las series son tan boludos y las minas tan conchudas. La novia del tío siempre estaba enojada. La más grande de las nenas quería salir y no la dejaban. Las otras dos no hacían nada. Después había otro tío, el típico soltero que nunca la ponía ni la iba a poner y daba vueltas por ahí, viviendo del hermano que bastante mal la pasaba criando tres nenas sin una mujer que lo ayudara. Pero estoy feliz porque quiero saber qué van a inventar para volver a emitir la serie. Creo que hay varios conflictos que pueden ser explorados después de que hayan pasado tantos años: problemas de drogas, divorcios, soledad, muerte. No sé. Hay varias cosas. Empecé a ver la serie y mis papás ya se habían separado. Quería mucho a las muñecas barbies y jugaba todo el día con mis hermanas y vecinas. Iba a un colegio cristiano y quería un novio para mi mamá. Creo que las series nos quemaron un poco la cabeza, sobre todo luego de la invasión de rubias en televisión. Pero no lo suficiente como para no poder trabajar, estudiar y levantarme todos los días queriendo una vida más digna. 

jueves, 23 de abril de 2015

Muy académica

No sé si soy yo o qué pero más academia menos poesía
menos cosas mías, menos ideas.
No estoy escribiendo nada más que ponencias y trabajos para la facultad
congresos, seminarios, materias
que no son menos importantes que la literatura en sí
pero por alguna razón siento que pierdo.
Tampoco sé de verdad qué estoy perdiendo
si es que estoy perdiendo algo.
Me enteré que una chica renunció a una beca de Conicet
porque quería ser escritora y me quedé pensando
en que quizás lo hizo porque son dos cosas que no van de la mano
aunque todos digan que sí.
Me dicen que estoy muy académica y no sé si es bueno o malo
si tendría que ser diferente o mejor.
Tampoco sé si esto es un diario íntimo o una poesía de morondanga
que no le importa a nadie más que a mí.
Que hoy particularmente no sé qué corno hacer con mi vida.
No sé cuál es la botella al mar que estoy tirando con todo esto,
si es escribir o acumular antecedentes para ganar una beca.
Me da tristeza tener que decidir cosas.
A veces me gustaría que alguien decidiera por mí
en estos casos, no sé si en todo
o que las cosas vinieran a mi como verdades reveladoras que no puedo cuestionar.
También quiero cantar pero eso ya es otra historia.
Por lo pronto tengo que ordenar mi casa
porque tengo una cena acá y quiero todo limpito y lindo
para quejarme con mis amigos y decirles que no sé qué hacer.

miércoles, 8 de abril de 2015

Demasiado zen

Voy a clases de canto todos los miércoles. No lo digo a todo el mundo porque es como aprender idiomas y que te digan "dale, habla". Me da vergüenza. Ahí me di cuenta cuánto miedo tengo de hacer cosas nuevas y más miedo de que me salgan mal. Mi profesora de canto además de eso es psicóloga. Le robé el contacto a una amiga con la que ya no hablo. Ir a canto me acerca un poco a ella. Cada vez que voy me acuerdo de que empezamos a ser amigas cuando ella iba a canto. ¿Será una forma muy rebuscada de buscarla? No sé porqué dejamos de hablarnos pero son esas cosas que suceden como si nada y después se vuelven costumbre. También me la recomendó un amigo a la profesora que la fue a ver cantar y también quería empezar pero finalmente no lo hizo. En fin. Ella es psicóloga. Me dice que basta de miedo, de pudores, que no importa desafinar ni "dar en la nota". Un día me dijo que tenía buena voz para acompañar una voz principal. Por lo adaptable, por la armonía. "Corista", le dije. "Siempre segunda, nunca protagonista". No sé de dónde saqué eso. En realidad no creo haber sido segunda en casi nada. Fui la primera hija, fui primera escolta, primera novia de varios. Qué se yo. Creo que siempre me sentí segundona. Mis hermanas fueron llegando y quizás me sentí desplazada. No sé. La cuestión es que ella es psicóloga y eso me inhibe un poco. Pero cantando descubrí no importa hacer las cosas para ganar dinero o ser el mejor.
Mañana voy a leer en el museo en un festival y me da vergüenza. ¿Por qué me pongo nerviosa con todo lo que implique público? A veces es una persona o dos, ni siquiera se trata de grandes escenarios. Cuántas cosas haría sin miedo, sin timidez. A la vez es así como soy y no puedo cambiarlo. Por ahí alguien se enamoró de mí porque era tímida o causó gracia en alguna ocasión. No todo lo que parece malo en verdad lo es. Nunca hay que subestimar los defectos. ¿Es demasiado zen? 

martes, 7 de abril de 2015

Despedida

Estoy yendo a cursar y con suerte es mi último año. La facultad me dio algunas cosas y me quitó muchas. Apenas entro al aula ya estoy agotada. Me canso de escuchar a mis compañeros, a las profesoras, a los "textos". La palabra "texto", me tiene bien podrida. Es como tener una relación con alguien que te irrita, a quien no tenés ganas de escuchar. Mi novio se va a cursar a La Plata. Me despido por dos días. Se va y lo extraño y pienso cuánto lo quiero. A veces lo detesto y me molesta hasta con su respiración. Quizás con la facultad me pase lo mismo. Si no estudiara querría más que nada en el mundo estudiar. Pero ahora estudio y me queda relativamente poco. Quizás sean mis últimos pasos como estudiante. Y no me importa eso de las pasiones y qué se yo, la literatura es una pasión, los textos. Nada. Yo no me creo nada de todo eso. No sé si tengo pasiones. Si existía ya se apagó. Como el amor de los primeros meses. 
Cada vez que entro a la facultad pienso en todas las cosas que ahí hice. Las primeras clases. La foto que me sacó mi papá antes de entrar a cursar la primera vez. Cuánto cambié. Era ingenua. Lloré por sacarme un siete en mi primer parcial. Yo sentía que merecía más. Pero a quién importaba eso si el examen final era lo único que contaba. La nota fue mayor. Tuve buenas notas. Bastantes. 
Mis expectativas empezaron a bajar, con aprobar me conformaba. Cada vez quiero saber menos con rendir. Pienso que no volver a presentarme al examen es resultado suficiente. No me importa la mediocridad, no ser lo más, la más inteligente, la mejor. No quiero seguir yendo a la facultad. Lo tengo decidido. 
También participé en la vida institucional de la facultad. Fui consejera de la carrera varios años. Iba a las asambleas, me quedaba a dormir en el piso cuando se tomaba la facultad. A veces en las aulas donde ahora curso mis últimas materias me veo tirada en el piso, en una bolsa de dormir con el cierre falseado, la garganta dolorida de tanto fumar. Hablo en pasado porque ya no participo, no me intereso, no me indigno. Solamente voy y camino como un fantasmita, contando los días para no ir más o para poder decidir si hacerlo o no. 
Mientras tanto cumplo con el mandato social familiar cultural de estudiar y terminar. Quiero terminar. Me va a hacer bien. Me gusta la literatura. Pero la facultad ya no es ambiente propicio para aprender ni crecer. Las chicas que cursan conmigo. Se parecen demasiado entre sí y yo a ellas y me preocupa. Todos nos parecemos lo suficiente como para que sea preocupante. Estoy cansada de tener que cortar mi día para ir a cursar, a hablar de cosas que no me interesan. Hoy por ejemplo en didáctica específica hablamos de la enseñanza de la lengua materna, los desafíos docentes. Participo para no dormirme. Tenía frío y sueño. Me pasa cuando estoy por irme que me recuerdo que nunca más voy a volver a pasar por eso. Que no es tan grave y hay cosas peores. 
Me estoy despidiendo de mi vida porque ya no es mía. Como el tema de Fito. "Pero eso estaba ok". Tengo una vida que es la consecuencia de decisiones que tomé hace mucho tiempo. Muchísimo. Para una vida tan corta es muchísimo tiempo. Necesito repensar todo y volver a elegir. A elegir lo que quiero y hacerlo. Volver a disfrutar de hacer cosas. 
Me gustaría cantar y tener una banda. Viajar mucho. Quizás mi vida no sean las letras. O en una de esas sí. Ojalá que no. Me aburre hacer siempre lo mismo. Pero voy a terminar. Voy a poder. Hoy la profesora decía que a fin de año íbamos a ser profesores y a enfrentarnos a no sé qué y yo pensé que no que yo a fin de año no voy a ser nada. Ojalá para esa fecha esté planeando un campamento o comprando regalos de navidad. Me cansé de las cosas profundas, del compromiso social y la conciencia crítica. Esas cosas no te dan de comer ni te abrazan a la noche cuando te estás muriendo de frío porque es abril y en abril hace frío como en agosto. 

sábado, 4 de abril de 2015

Don't marry me

Ayer estuvimos hablando con mi cuñada sobre su casamiento y me dí cuenta, como una epifanía, una revelación, de que yo nunca voy a casarme. No tengo nada en contra del casamiento. Sí, pienso que el amor no debería estar regulado por ninguna ley ni institución, el estado no debe entrometerse en nuestras vidas, cosas así, pero que no digo por miedo a parecer demasiado extremista o pesada. Pero no, en el fondo, me gusta ver a las personas felices y no hablo desde ningún lugar de autoridad moral o soberbia. Mi definición creo que tiene que ver con otra cosa.
1985. El casamiento de mis padres. Mi mamá una estudiante de pedagogía, mi papá veterinario. Un departamento en La Plata, muchos amigos, amor, gatos, perros, visitas. Después de muchos años, admitían que "era el paso que seguía", "todos en esa época nos casábamos". Se terminaron separando. Y eso no tuvo que ver directamente con el hecho de casarse o no, mi papá era muy niño aún, mi mamá bastante demandante. Que ya no se querían, decía mi mamá. Cada vez que veo fotos de casamientos o pienso en eso, me acuerdo de mamá y papá.
En álbumes guardo todas las fotos de su relación, matrimonio y nosotras, sus hijas. Las heredé sin pedirlas, en un acto de despecho quizás de ambos o de superación. La cuestión es que en sus viajes, en su época de estudiantes se ven tan hermosos. Flacos, hippies, contentos. Con los bebés también. Pero en el casamiento no. Están gordos, mi mamá muy adulta, con el pelo corto. Mi papá peinado a la gomina. Como más grandes. Ella volvió a casarse y a separarse por segunda vez. Mi papá no. No se casó pero tuvo hijos y también se separó. Yo desde muy chica aprendí que las cosas se terminan y los hombres se van. Mamá después tuvo varios novios, estuvo sola. Estábamos muy bien viviendo solas.
Para mí su casamiento es el principio del fin. Guardo sus fotos de juventud como un tesoro en el que había amor. Lo que vino después no fue mejor. Se aburrieron, ya sabían que se tenían, la ley lo probaba. Empezaron a querer cosas distintas. Mi mamá finalmente tomó la decisión de quedarse sola, aunque no por mucho tiempo. Esa fue otra lección que aprendí. No hay que conformarse con el primero que se cruza en nuestro camino, aunque tengamos con él la escritura de una casa, una vida asegurada e hijos. Todo se puede arreglar pero la insatisfacción.. Eso no tiene arreglo. Por pensar así mi mamá se divorció con tres nenas, sola, a buscar otro hombre que fuera como ella lo quería. Mi papá pidió un crédito en el banco y se compró un departamento. Me dijo varias veces que había aprendido la lección y no iba a casarse de nuevo. Desde esos días cualquier foto de casamiento me trae recuerdos tristes, aunque prefiero a mis padres felizmente divorciados, que juntos.
Ellos  se separaron cuando tenía seis años. No recuerdo mucho de antes pero sí del divorcio. Escuchar sus quejas, los trámites, los abogados, la guita. La guita. Eso. Todo el tiempo. Pienso: lo complicado siempre es encontrar a esa persona increíble que te cambia la vida, no separarse. Si ya no hay amor no tiene que ser difícil terminar. Algo tiene que estar mal. ¿Tanto esfuerzo para probar el amor? ¿Tanto para separarse? Dinero, organización, tiempo. Yo quiero un amor sin nada. Vacío. No quiero vestidos, no quiero fiestas, no quiero fotos. Quiero que sea tan fácil vernos como separarnos. Porque tengo la ilusión de que si no nos une nada y seguimos juntos es porque queremos. Los papeles, las personas, las declamaciones lo enrarecen todo. Además me encanta estar en contra de las cosas. Quiero un amor diferente.
Torta de casamiento mamá y papá


miércoles, 1 de abril de 2015

Dormir sola

Dormir sola no es en sí mismo algo malo pero es muy distinto si es por elección, por accidente o por castigo. Anoche dormí sola por accidente; mi novio fue a lo de su hermana a comer y se quedó ahí porque nadie le iba a bajar a abrir (viven en un piso trece, creo). Lo extrañaba. Dormir sola era diferente, como anormal. No era mi rutina. Lo extrañé. Tenía más frío, porque es cierto que hace más frío si uno duerme solo.  Sus movimientos, su alergía a mitad de la noche, que se despierte antes que yo y se vaya a trabajar. Hace tres años que dormimos juntos casi todas las noches. Me torno nostálgica si no está, no me duermo, doy vueltas y vueltas y vueltas. Los ruidos me dan miedo, empiezo a pensar cosas feas y finalmente, lo admito, necesito al hombre al lado para sentirme protegida. Cualquiera, pienso al ratito. Soy una boluda. Cómo voy a decir eso. Entonces me acuerdo de cuando vivía sola, los primeros meses en mi antiguo departamento, un colchón en el piso. No tenía computadora ni televisión. Llamaba a cualquiera para que me hiciera compañía y cuando todas las respuestas eran "no puedo", desesperaba.Y lloraba. Pero no estaba nada mal, era mi normalidad. Pensaba mucho, tenía ideas que ya no tengo, escuchaba las conversaciones de las personas que caminan a la noche o las bocinas de los autos. Escuchaba música y me dormía. O lo que era mejor: leía. Ya no leo, no escucho música ni llamo a mis amigos para que vengan a dormir a mi casa. Un abrazo de mi novio -ni siquiera-, su presencia al momento de dormir, es la tranquilidad para alcanzar el sueño más profundo.
Dormir sola por elección o por accidente no está mal. Tenes el lugar de la cama que querés, sabés que al otro día él vuelve y todo está como antes. Ahora, dormir sola porque nadie quiere dormir con vos, eso es terrible. Mi mamá recién separada deambulaba por toda la casa hasta la madrugada comiendose todo lo que quedaba en la heladera. Fumaba un atado de cigarrillos en apenas un rato. Para no dormir sola, claro. La cama, el lugar más hermoso de la casa, era su peor enemiga. Le recordaba que estaba divorciada, otra vez, y sus hijas ya eran grandes para meterlas en la cama y abrazarlas como bebés. Y sí, ya éramos lo suficientemente adultas para darnos cuenta que su miedo era de estar sola. Lo que no consigo distinguir es si una tiene miedo de quedarse sola o de quedarse sin un hombre. Yo no tengo problema en admitir que los hombres me dan seguridad. Cuando tocan el timbre a las cuatro de la mañana porque le quisieron robar el auto a tu vecino, él se levanta, prende las luces, atiende, dice "yo voy" y va a la puerta. Pero, ¿es más cómodo dormir con alguien o dormir solo?
Cuando mi novio viaja a La Plata uso toda la cama para mí, miro televisión hasta cualquier hora, hablo por teléfono, me siento más libre. La cama es más cómoda. ¿Por qué si es tan lindo dormir abrazado con alguien al otro día nos levantamos acalambrados y doloridos? Sacame el brazo, me aplastas el pelo, me pinchaste, correte, dame sábana. ¿Por qué tantas aclaraciones para poder dormir? Cada uno necesita encontrar un lugar en la cama, como si fuera un rompecabezas y las piezas tienen que encastrar perfecto. Eso pasa, a veces. Pero no es casualidad que cuando más cómodo se vuelve dormir con alguien más ganas tenemos de dormir con otras personas. En mi caso tengo más ganas de dormir sola. Me asusta la dependencia que tengo con los hombres. La inseguridad y el miedo que tengo cuando es de noche y estoy sola. A veces veo figuras en las cosas o en las sombras de las cosas. Pienso por dónde podría entrar alguien y por dónde escapar yo si eso pasa. Me acostumbré a que somos dos y eso nos hace más fuertes a cada uno. No sé si es verdad o no, acostumbrarse nunca está bien. Olvidamos cómo era dormir solos, dormir con desconocidos, dormir en otras camas. Después estar solo cuesta más y hay que aprender todo de nuevo, como le pasó a mi mamá. Somos como paralíticos del amor. Sin piernas ni nadie que nos lleve. Pero es seguir o morir en el intento. Mi suegra hace casi cuarenta años que está casada. Nunca los vi darse un beso ni un gesto de amor y no exagero. Mi novio me dice que él tampoco y comprueba mi teoría: acostumbrarse es malo. Se mudaron nada más que dos veces de casa. Varias veces dijeron que se divorciaban y a la semana volvían. Mi otra teoría es que nunca van a separarse. No le digo esto a mi novio pero descreo en algún punto de que después de tantos años, cada uno pueda estar, dormir, solo. Dormir es importante. Dormir bien, digo. Sino no servimos. Trabajamos mal, queremos mal, estamos de mal humor, damos lástima. Mis suegros parece que lo único que hacen es dormir bien juntos. No sé si se quieren, si lo hacen, lo hacen en un modo extrañísimo, pero por alguna razón siguen juntos. Sus hijos se fueron casi todos de la casa, problemas económicos, no tienen. Yo pienso que duermen bien juntos. Además aparece el problema de quién se lleva la cama. ¿De quién es la cama? Las camas son de los que duermen ahí. Hay que venderla y vender el problema a otra pareja. Empezar de nuevo. Comprar otra cama. Pensar bien con quién vamos a compartirla o si esta vez no es mejor aprender a dormir solo, hacernos adultos, de una vez y para siempre.

viernes, 27 de marzo de 2015

Queréme

Últimamente estoy escuchando mucho una canción vieja, un "hit" de los Cardigans. La canto y la toco en la guitarra. Se me ocurrió hacer una traducción y cantarla en español. Como soy demasiado vergonzosa sólo voy a copiar la traducción y no un video donde salgo horrible y canto mal. La traducción es pava, la canción no es muy difícil pero la hice sin mirar Google, ni nada. Se llama "Lovefool" y habla de un amor histérico, de alguien que quiere que la quieran pero casi rozando la entrega absoluta mezclada con sometimiento. No sé porqué me gusta o la escucho. Creo que una parte de mi quiere sentir lo que la canción dice. No es que no esté enamorada, tengo un novio muy lindo, inteligente y bueno. Todo lo que siempre quise. Todo lo que la mayoría quiere. Pero el no ser correspondido, la histeria. La histeria, eso. Quisiera volver a enamorarme, sólo para vivir ese primer momento de incertidumbre y misterio. Sentirse solo y desesperado es más emocionante que tener al hombre de tus sueños viviendo en tu casa, todo para vos. Una parte de mi quiere sufrir, quiere que le rompan el corazón y no contesten los mensajes. Pero eso no pasa y cuando pasa deseo lo contrario. Al fin, la histeria es constante. El sufrimiento está desvalorizado, todos estamos escapando de él todo el tiempo. Y qué poco sabemos, los que alguna vez pedimos al amor de nuestras vidas y el final feliz. No entendemos nada. Los finales no existen y la felicidad, todo, es aburrido. Estoy en contra, estos días. Triste. Triste y algo decepcionada. Por eso me encantaría enamorarme, que me mientan un poco, me dejen sola y después quejarme. Los sentimientos son más puros, más verdaderos. Hay menos vicios. Nada de esto es en contra de mi novio. Al contrario, estoy muy contenta con él y tampoco podría dejarlo. En un rato seguramente llegue, se bañe, cocine la comida y vayamos a dormir.
A veces veo parejas que se están besando en la plaza y hace frío y pienso que ni loca estaría haciendo lo mismo, abajo de la lluvia, el viento, sin abrigo. Pero es porque no necesito hacerlo. O cambiarme quince veces antes de salir con alguien y sentirme fea y al mismo tiempo hermosa. Caminar para llegar al encuentro, muriendo de nervios y de ansiedad. Por dentro, en verdad, me muero de ganas de tener frío, de no tener paraguas ni abrigo, de que me besen en una plaza y nos vean todos. Después volver a mi casa, extrañar a un hombre que aunque yo no lo sepa va a hacerme sufrir mucho.

Creo que tenemos un problemita.
No me amás y no hay nada
que pueda hacer para conseguir que me ames
Mamá dice: ni te molestes
gustá de otro, otro que te merezca.
Pero yo creo que ese sos vos.
Por eso lloro y me quejo y pido
Dale, quereme
Decí que me querés
Boludeáme, boludeáme,
Dale, boludeáme
Fingí que me querés
O no, mejor dejame
y decime te necesito.
Entonces lloro y te pido
Dale, queréme, decímelo
Dejáme y decime que me necesitas.
No me importa otra cosa que no seas vos.
Me pongo depre y pensativa
Paso las noches insomne
preguntándome qué pude o no
haber hecho para que te quedaras conmigo.
La razón no va a darme soluciones,
sólo me va a dejar confundida.
No me importa que no te importe,
mientras no te vayas más.
Y pido y ruego y lloro:
queréme, dale.

miércoles, 25 de marzo de 2015

Tengo muchas ganas de tener dieciocho años o menos y volver a vivir con mi mamá y mis hermanas. No puedo creer cuánto me quejaba en ese momento de vivir con ellas, respetar las poquísimas reglas que me ponía: avisarle lo que hacía, tener ordenado el cuarto, estudiar. Cuánto deseaba cumplir dieciocho. Mis amigas y yo, tantas noches diciendo "cuando tengamos dieciocho". Todos los boliches y bares a los que quería entrar y no podía y ahora que puedo no voy. Me acuerdo de adulterar los documentos, hacernos pasar por más grandes. Ahora que lo somos ya ni nos juntamos a salir. Y qué ganas de no trabajar, no tener obligaciones, no ir mañana a la facultad. Por qué no sabía en ese momento que ser adulta era una mentira. Si alguien me lo hubiera dicho seguro hubiese disfrutado más y pensado menos en el futuro.
¡Cuando viva sola! ¡Cuántos hombres voy a poder llevar sin pedirle permiso a mi mamá! ¡Cuántas fiestas sin padres, descontrol y dormirse a cualquiera hora! Con suerte a las once engancho alguna película en tv que me guste y me quedo despierta. Y ahora, tantas ganas de adulterar algo, mentir, esconder las notas del cuaderno de comunicaciones. Ese gustito de estar ilegal en algún lado o tener que disfrutar hasta determinada hora. Ser adulto es tan pero tan aburrido. Sin un mango, caminando cuarenta, cincuenta cuadras para volver a casa con miedo, acompañada por algún desconocido quizás, alguna amiga. Y ahora tanto taxi, tantas pocas ganas de salir a ningún lado. Tanta comodidad. Mis billetes se aburren en la cuenta bancaria. A veces me hablan, me dicen, gastános, salí, emborráchate. Y eso pasa, a veces, pero es tan aburrido. Nunca más va a volver a ser lo mismo. Mamá no va a decirme "tenés olor a cigarrillo", "el cigarrillo es malo". Ahora fumamos juntas. Si se pudiera volver el tiempo atrás volvería a los diecisiete, a la escuela, sí, que tan poco me costaba. Hoy en la oficina estaban todos locos porque se vienen los concursos para planta permanente. Tanto cansancio, tanta adultez y responsabilidad junta. Mis compañeros hablan de sus hijos, se pelean con sus mujeres y maridos por teléfono. Todavía me falta para eso, pero por momentos pienso que de ninguna manera quiero estar ahí. O no sé, una amiga dice que cuando tenga hijos ya no va a estar más deprimida porque va a tener algo importante en qué pensar. Lo demás dice que no le va a importar. ¿Tendra razón? Prefiero no arriesgar. Voy a intentar volver a los dieciocho como pueda, disimulando, para no parecer una boluda que no acepta su edad y funciona a contra reloj.

sábado, 21 de marzo de 2015

San Agustín

Ayer le dije a madre si podía ir a cenar a la casa y me contestó que tenía el cumpleaños de una amiga suya, Viviana. Recordé que hace muchos años ella, su marido y sus hijas se habían ido a vivir a un pueblo de menos de trescientos habitantes de la provincia de Buenos Aires. Su marido es médico y en ese momento había conseguido trabajo en una salita médica en la que se atendían personas de varios pueblos cercanos. No sé porqué me acordé de eso pero me pregunté por ella, qué corno habrá hecho mientras su marido trabaja y sus hijas iban a la escuela en ese pueblo solitario. Pensé en cuánto me gustaría escribir sobre esos días de esa señora, allá en San Agustín. No porque fuesen interesantes o significaran algo para mí sino porque sentía intriga. Y al mismo tiempo no tenía una respuesta. En serio, qué había hecho con tanto vacío, con tanto tiempo. A mi me falta tiempo. No tengo tiempo para estudiar, para cantar, para estudiar idioma, ni siquiera para hacer las cosas pendientes del trabajo. Todo mi día está ocupado: trabajo, facultad, música, novio, amistades, descanso, familia. Ahora mismo mientras escribo esto tengo la ventana del aula virtual de didáctica específica abierta, porque tengo que leer un artículo. Y esa mujer, ¿se habrá sentido aburrida? ¿habrá pensado mucho mientras vivió en San Agustín?, ¿Por qué habrá elegido irse con ese hombre ahí? ¿Habrá sentido que era su lugar en el mundo?
Yo creo que no tengo lugar en el mundo. Me gustan esos mundos posibles donde me puedo imaginar lo que las personas hicieron o hacen. Me la imagino en una ventana mirando los pastizales. Me acuerdo que tenían una sola radio porque la antena no podía captar otras. Y me identifico con ella y no, al mismo tiempo. Pero cuáles habrán sido sus días, sus pensamientos, me intrigan, me gustaría saberlo. No sé si voy a terminar como ella, siguiendo a mi novio médico por la provincia de Buenos Aires, cambiando a mis hijos de colegio varias veces, o si voy a estar separada, sola. Dónde voy a vivir.
Madre está un poco triste porque nos fuimos las cuatro de casa. Me dijo que no encontraba mucho sentido a la vida. Pero no en sentido suicida o depresivo sino de manera sincera, le faltaba algo. Tiene novio y un perro. Pero su felicidad era llevarnos al colegio, revisar las tareas, cambiarnos, vivir apurada. La adrenalina. No sé. Ahora está en una meseta, dice. El trabajo es aburrido, la cena. ¿Tendré hijos? ¿Me pasará lo mismo? Ojalá pudiera darle un nieto para que se divierta sin tener que criarlo yo. O volver a ser chica, disminuirme, dejarme querer y atender por ella, para que vuelva a ser feliz. Fuimos a comprar ropa, bombachas y corpiños, me dijo que se sentía mejor. Me da miedo porque la veo envejecer, sé que por dentro siente eso. Y sí, es el curso natural de la vida, nacer, vivir, morir, pero no sé, es triste porque fue hace tan poco que vivíamos juntas y nos divertíamos tanto. A diferencia de mis amigas yo tuve una relación muy buena con ella, era una amiga más pero sin dejar de ser madre. Viviana, ella, son mujeres de otra generación, que nacieron para tener hijos y vivir por ellos. Por ellos se mudaron varias veces, a pueblos de mala muerte, feos, casas más chicas, más grandes, se casaron, se divorciaron. Siempre por lo mejor para ellos, nosotros. Yo creo que soy diferente. Quiero vivir para mí aunque eso suene egoísta. Todos los sueños que tengo sólo me incluyen a mí. Y aunque eso pueda cambiar creo que soy diferente, no sé si es mejor o peor. Pero para mí tampoco tiene mucho sentido la vida, ahora. Y aunque no le dije eso a mi mamá me sentí identificada con lo que decía. En eso nos parecemos. Siempre estamos insatisfechas. Los hombres no nos terminan de convencer y hacernos feliz, las cosas materiales tampoco. Quizás haya que irse a San Agustín a vivir, donde no hay nada para comprar, casi no hay personas, y si no hay eso quizás tampoco haya deseos. Porque nuestro problema es que todo el tiempo estamos soñando algo diferente. Mi mamá queriendo volver al pasado; yo, al futuro. No tiene sentido tampoco. Aunque se cumpla lo que queremos estaríamos en el mismo lugar, diciendo que la vida no tiene sentido, y es que el fondo, acá, en San Agustín, en el futuro, nada tiene mucho sentido.

miércoles, 18 de marzo de 2015

Mis días son demasiado largos, pasan demasiadas cosas. No tengo mucho tiempo para escribir. Es como un efecto bola de nieve. Yo no sé si yo soy la que quiere hacer de todo o si las obligaciones se van generando solas, por culpa de estar rodeada de gente que me presiona o no sé. El punto es que casi no quiero hacer ninguna de las cosas. Sólo las clases de canto. Es que a veces algunos vacíos que dejan ciertas personas sólo lo llenan las obligaciones u otras personas. No importa quiénes. A veces porque no sabes qué hacer con la libertad, los ratos libres, los espacios entre una obligación y otra. 
Quiero sacar más canciones con la guitarra y cantar más. Hoy canté Ambar Violeta y la profesora me dijo que mi voz era buenísima para acompañar a otra voz,como que era "adaptable" y "armónica". "Nunca protagonista, yo", pensé. Después recordé que mi profesora de canto es también psicóloga. Hablamos un poco del miedo y del no sentirse gustado. Pero me dijo "querela a tu voz, es la única que hay". Me fui cantando por la calle.
Ahora estoy tocando un tema de Elvis Presley. Una amiga me canceló para cenar y por fin dije, aliviada, "¡No soy yo la que cancela!". Fue un gran día. Le propuse que venga mañana. Quiero escribir muchos cuentos y estudiar. Rindo la semana que viene y no estoy repasando mucho pero soy feliz. Eso es lo que importa. Lo importante siempre puede esperar. 
Hoy dos señoras me preguntaron en la calle si "era de acá". ¿De mar del plata o qué? (justo estaba parada en la puerta de un edificio) Sí, dije y sonreí. Creo que por primera vez en la vida no renegué de "ser de acá", de "ser de algún lado". Sí, estoy acá y estoy bien. Las ayudé con una dirección y me sonrieron. Soy de acá, ¿y qué? Está bien sentir que uno por fin tiene lo pies en algún lado, y la cabeza también (!)

sábado, 7 de marzo de 2015

Fragilidad

Hoy todo está más frágil. Tanto calor lo rompe todo. Las cosas, las relaciones, las ganas de algo. Se quebró un vaso, se astilló el vidrio de un auto. Parece que todo va a derrumbarse. Mis ovarios, mis ideas, la imaginación. Qué nos va a quedar. Restos, pedacitos, dolores, golpes. Bueno, si todo se va a romper y vamos a sufrir, mejor vamos a bailar.  Aprendamos a rompernos entre nosotros. Quiero golpearte y romperte antes de que el tiempo lo haga. Antes de que me vaya y no te vea más, y seas nada más que una anécdota que me voy a olvidar de contar. Podes destruirme vos. Quiero que lo intentes, autodestruirme me sale muy bien. O adoptame y cuidame. Y yo no me destruyo más. No me insolo, no me tatúo, no me como las uñas, no me corto más el pelo. Sino voy a quedarme sin nada.
Hoy todo es tan estúpido. El calor, la humedad, nos pone más estúpidos. El calor tilda las computadoras, no me deja usar YouTube. Se rompen los enlaces, los links, las fotos. Nadie me cree. Todo va a romperse. Les juro. Nos vamos a quedar sin nada. Hoy tengo una fiesta y voy a bailar mucho. Hay que tener cuidado con lo que uno dice porque las personas están más sensibles, molestas y ansiosas. Yo entiendo de eso. No me gusta que me lastimen o me hablen mal. Siempre estoy muy fin del mundo, todo a punto de romperse. Yo, sobre todo. En el fondo soy una persona hipersensible. Y vos, si de verdad se rompiera todo, qué romperías primero, qué harías. Quiero saber.

martes, 24 de febrero de 2015

2

noche de truenos y virtudes
puedo estudiar
puedo tener miedo
puede terminar el verano
puedo ser fuerte
voy a ser fuerte
puedo admitir que pierdo el eje
puedo encontrar solución
puedo tener suerte
voy a tener suerte
te dije voy a extrañarte
¿puedo decirlo dos veces?

lunes, 23 de febrero de 2015

1

tres remeras grises
cuatro libros en un bolso
alguien construyó
400 kilómetros de ruta y mi casa
alguien cocinó la comida y la sirvió
otro chocó un auto
entre las siete y las ocho de la mañana
alguien te extraña

viernes, 20 de febrero de 2015


Sí, siempre es el mismo día, no puedo hacer nada yo tampoco, Bill. ¿Aceptar, resignarse, vivir? Siempre la misma persona al lado mío, te amo, pero sos siempre la misma persona. La misma cama, la misma pared sucia pintada de azul. La misma cocina, el mismo mate. La misma avenida que todavía están señalizando, camino al mismo trabajo, en la misma calle. Los mismos compañeros, las mismas conversaciones, siempre de lunes a viernes. Los fines de semana siempre iguales: las mismas amigas, los mismos planes. Cambian las materias para estudiar, los exámenes para rendir: siempre es la misma costumbre. La misma ducha tibia, llena de hormigas, de humedad. La misma mascota, siempre igual de molesta y ansiosa. Yo, siempre la misma quejosa. ¿Es mi culpa? ¿Yo tengo que cambiar todo? No sé si quiero. Hay días que no cambio por nada lo que tengo. Digo, por favor, quedensé ahí hormigas, humedad, mate. No se muevan. Vos, te amo, no te vayas. Por favor. Otros días pienso en lo lejos que me gustaría estar, viviendo de vender café o ropa. De juntar kiwis como hacen todos en Nueva Zelanda. En México comiendo burritos. Tener un novio irlandés y aprender a tomar bebidas blancas sin quemarme o vomitar. Tener amigas en Ibiza y estar de fiesta todo el día y bailar y bailar y bailar. Busco en internet becas, viajes, trabajos. No termino haciendo nada porque SIEMPRE es 2 de Febrero y no hay NADA que pueda hacer para cambiarlo. NADA.

sábado, 14 de febrero de 2015

A propósito del amor y San Valentín

Siempre me gustó este poema de Ramón Paz, el de los pornosonetos

ahora estamos jugando a no querernos
a mentirnos secretos con amantes
ahora nos jactamos de inconstantes
y queremos rajar de estos infiernos
y a vos te quiero más que a la mañana
más que a todas las turras que me cruzo
mi corazón te busca como un buzo
perdido entre el naufragio y la campana
y vos quizá debajo de las capas
y las capas de bronca todavía
me querés como hacías algún día
cuando todo era nuevo en nuestros mapas
pero hagamos silencio simulemos
quizá en medio del caos nos reencontremos

sábado, 7 de febrero de 2015

Problemas de la vida moderna

Cosas que me hacen mal, necesito decirlo


1. Los taxistas que hablar por teléfono mientras me llevan.
Me pasó dos veces en un mismo día. Uno peleaba con la mujer en una avenida y el otro llevaba el celular atado al espejo retrovisor.
2. Los bares llenos de gente linda y perfumada. ¿Por qué tanta desesperación por gustar, por ser queridos? Deberían prohibir cierta cantidad de perfume sobre las personas.
3. Y la cerveza aguada.
4. Las personas que agregan la ese a todo. Vistes, comistes, salistes. No, nada.
5. El nuevo corte de pelo de mi perra.
6. Vivir al lado de una Iglesia y escuchar la misa.
7. Los recitales de verano. Sí, soy feliz, me gustan las cosas gratis, al aire libre. ¿Por qué tantas personas? ¿A todos les gusta la banda? Vamos, en serio.
8. Novios que hacen dos millones de cosas. Amigas que hacen dos millones de cosas. Y yo, que estoy leyendo "La cautiva" de Echeverría.
9. Las pinturas en vivo mientras toca una banda. Ni hablar del body painting. Ya que lo dije, los tatuajes de henna.
10. Todo lo anterior en Mar del Plata con 30 grados y picaduras de mosquito.
Sí, hay cosas más importantes. personas que se sacan miles de selfies, chicas que se anotan para ser la Reina del Mar, amigas que de la mañana a la noche no te hablan nunca más, libros con olor a humedad, el mueble que encargué hace dos días y van a tardar un mes en hacerlo. Haber cobrado y no tener más plata. Eso es terrible.



martes, 3 de febrero de 2015

Alberdi, Sarmiento y yo

Me voy del trabajo y me siento sola. Como incomprendida porque necesito ayuda y las personas están muy preocupadas con sus vidas adultas y yo me siento una molestia. Me voy. Me voy a mi casa porque tengo clases particulares de la carrera, de temas difíciles que nunca pude aprender. Me pregunto si la culpa fue mía o de los profesores. Como en el trabajo. ¿No aprendemos por falla de los demás? ¿De ambos? ¿Es responsabilidad de otros que nosotros sepamos algo? ¿Por qué nadie quiere enseñar lo que sabe? Creo que todos queremos sentirnos especiales y si todos sabemos lo mismo dejamos de ser imprescindibles. ¿Se aprende más si el camino es más difícil? ¿Nos hacemos mejores si nos frustramos y sentimos solos? ¿Por qué todo funciona con sacrificio? ¿No podemos ayudarnos y que sea más fácil? Es tan extraña la lógica del mundo, de las personas. Yo pienso que quiero ser diferente. Por favor, no ser como fulano, como mengana. Recordatorio, Agustina. No seas así. No te conviertas en eso. ¿Se puede? ¿Se puede estar mil años con la misma persona y seguir sonriendo, no convertirnos en un ogro? ¿Se puede ir al trabajo sin ser la chica estresada de los mil papeles que no tiene un segundo para hacer un chiste? ¿Se puede crecer y tener responsabilidades pero sin dejar de reír? Y eso que para mí la risa es una cosa más, como los besos, las caricias, las cosas lindas que a veces nos dicen. ¿En serio soy especial? ¿En serio no soy así? ¿Soy diferente porque no soy lo que son todos?
Mientras tanto Alberdi y Sarmiento se pelean. Me compre sus cartas y estoy leyendo sobre su polémica. Yo pienso y pienso y ellos se siguen peleando. Se pelean hace siglos. Yo empiezo una pelea con el mundo. No quiero ser lo que no quiero ser. Tiene que haber otra manera. ¿Dónde están las personas que nos demuestran que se puede? No voy a convertirme en algo que no quiero. ¿Es inevitable? ¿Hay cosas inevitables? Creo que no. Hacemos y deshacemos todo como queremos, somos los reyes del mundo. Después la culpa es de otro, del "destino". Alberdi y Sarmiento siguen con su polémica. Yo voy al almacén a comprar chauchas para una ensalada. En el camino pienso en ellos, en mí. Me faltan 500 palabras para cerrar una reseña que entrego estos días para una revista. Hoy fui al banco y las personas estaban enojadas, apuradas. No quiero eso. No quiero que "cansada" y "trabajo" sean mis palabras más nombradas. Basta. Hasta acá. Alberdi, Sarmiento, cualquiera, un ultimátum para mí, una carta de las suyas, dura, impactante, hiriente, que diga, "Agustina, no podés ser una persona enojada y cansada. Esperamos más de vos." Algo así.

domingo, 1 de febrero de 2015

Balance

En el 2014 me tatué, me corté el pelo tres veces y rendí cuatro finales. Pensé que iba a terminar de cursar y no pude. Me di con un caño por eso pero conseguí un trabajo en blanco y estable. Por el momento. Estoy pensando qué voy a hacer el 2015. Por lo pronto nos vamos un mes de viaje con Nicolás, el chico explorador. También quiero escribir más cuentos, estudiar. No son sueños, son proyectos. No me pregunten que quiero porque no lo sé, tampoco qué voy a hacer. Pero me gusta soñar, me gusta planear más que concretar. Por eso la vida tiene sentido. Si no pienso que voy a hacer algo, despertarse mañana lunes a las 8 de la mañana -o antes, debería despertarme antes- sería todavía más difícil. En el 2014 leí poesía en algunos eventos y festivales, gané una beca de investigación, pero también me sentí perdida y sola. Pinté mi casa. Ah, y tenemos una perrita viviendo en casa. Me acuerdo que Joaquín a su vuelta de Europa decía que (esperando cambios y noticias) nadie había hecho demasiado ni transformado nada. Me entristecí demasiado porque yo siempre tengo la ilusión de que hago cosas y cambio pero en el fondo entendía que era cierto. Y vos, qué haces para que todos los días no sean iguales, la misma cosa aburrida y terrible que después nos pega un domingo como hoy, nos hace preguntarnos por todo, dudar hasta de la vida misma. Dale, qué haces. Yo, qué hago. Eso, qué hago.

sábado, 31 de enero de 2015

"Nunca confíes en un conductor de buses desnudo". La vida y todo lo demás. Woody Allen.

viernes, 30 de enero de 2015

Ulrica

Ayer me escribió la mamá de una amiga diciendo que había mirado un video en la televisión, en una sala de espera, y la nena protagonista del video era igualíta a mí. Sigo pensando que hay demasiadas personas en el mundo que se parecen a mí y en lo poco original y auténtico que eso es. Pero me acuerdo de mí hace varios años, no fue hace tanto, con todos los cortes de pelo que tuve, mis papás separados, la prótesis dental, los premios, las cosas que hice. Era una nena linda, buena. A veces bastante extrema, pasaba del bien al mal en un minuto. Eso sí: nunca dejaba de contar historias o de opinar sobre cualquier cosa. Acá un homenaje a mi niñez. No me importa que pueda ser aburrido o sean de esas cosas que sólo a uno le gustan. Me pregunto si habrá sido el mejor momento de toda mi vida y ya pasó. Podía estar horas jugando, imaginando cosas, hablando sola. "Yo querría que este momento durara para siempre", le dice el protagonista a Ulrica, una joven extraña, de la que no sabemos mucho, sólo que la creó Borges. Ella le contesta, descreída pero contundente que "Siempre" es una palabra que no está permitida a los hombres. A los hombres de verdad, supongo. A las personas fuertes. Siempre es mejor pensar que lo bueno todavía no llegó, que la felicidad está después, porque sino lo que resta es una vida miserable o nostálgica.

jueves, 29 de enero de 2015

El bien

A despecho de las dificultades de mi historia, a pesar de las desazones, de las dudas, de las desesperaciones, a pesar de las ganas de salir de ella, no ceso de afirmar en mí mismo el amor como un valor. Todos los argumentos que los sistemas más diversos emplean para desmitificar, limitar, desdibujar, en suma despreciar el amor, yo los escucho, pero me obstino: “Lo sé perfectamente, pero a pesar de todo…”. Remito las devaluaciones del amor a una suerte de moral oscurantista, a un realismo-farsa, contra los cuales levanto lo real del valor: opongo a todo “lo que no va” en el amor, la afirmación de lo que en él vale. Esta testarudez es la protesta de amor: bajo el coro de las “buenas razones” para amar de otro modo, para amar mejor, para amar sin estar enamorado, etc., se hace oír una voz terca que dura un poco más de tiempo: la voz de lo intratable amoroso. El mundo somete toda empresa a una alternativa: la del éxito o el fracaso, la de la victoria o la derrota. Protesto desde otra lógica: soy a la vez y contradictoriamente feliz e infeliz: “triunfar” o “fracasar” no tienen para mí más que sentidos contingentes, pasajeros (lo que no impide que mis penas y mis deseos sean violentos); lo que me anima, sorda y obstinadamente, no es táctico: acepto y afirmo, desde fuera de lo verdadero y de lo falso, desde fuera de lo exitoso y de lo fracasado; estoy exento de toda finalidad, vivo de acuerdo con el azar (lo prueba que las figuras de mi discurso me vienen como golpes de dados). 
Enfrentado a la aventura (lo que me ocurre), no salgo de ella ni vencedor ni vacilo: soy trágico. (Se me dice: ese tipo de amor no es viable.  Pero ¿cómo evaluar la viabilidad? ¿Por qué lo que es viable es un Bien? ¿Por qué durar es mejor que arder?)


Fragmentos de un discurso amoroso, Roland Barthes.

lunes, 26 de enero de 2015

The groundhog day

(En el Ministerio de Trabajo, sin trabajar)


Mi vida entera es una gran ironía. Sí. En el Ministerio de Trabajo pero sin trabajar. Así como es. Y no es por mala voluntad, porque no haya cosas para hacer. Es por la demora de una información, una presentación, un correo electrónico. En el fondo, no se sabe. Nunca se va a saber porqué demoran las cosas. Es un día así como nada, con poco para recordar, para hacer, para sentir. No tiene nada de malo que así sea. A mi me gustan los días medio nada, yo soy medio nada, la nada no tiene nada de malo. ¿O no? ¿Por qué hay que ser productivo? ¿Por qué hay que vivir los días como si siempre fuese el último? ¿Quién dijo eso? No entiendo para qué vivir al máximo. Ni el mundo ni yo merecemos tanto. Pero por otro lado, ¡ay!, la vida que no vivo, los viajes que no hago, los affaires que no tengo, el talento inexplorado, ahí, aguardando salir. Estoy acá, en una oficina, frente a una máquina, leyendo un libro sobre la generación del 37. Una generación con proyectos, con ideas, con espíritu de cambio. Yo acá, tan nada y tan feliz. Pero qué linda vida que no estoy viviendo, llena de voluntad. Una amiga me dice que tiene necesidades, ganas de hacer cosas pero no puede porque antes prefiere estudiar y recibirse pero, a la noche, cuando hace calor y todos salen a bailar sin culpa, ahhhhh, qué tristeza ser nosotras. Por qué estudiar. Por qué. Por qué no me tomé un año sabático cuando todavía no era absurdo hacerlo. Y yo tan yo, acá, averiguando para retomar francés, yendo a canto a las cuatro de la tarde cuando se prende fuego la ciudad en la que todo el país quiere estar para ir a la playa, al mar, yo canto, mas o menos, mas o menos mal, con corazón, a veces sin ganas. No me voy porque no vuelvo. No dejo la carrera que empecé a estudiar hace casi seis años porque sé que apenas conozca otra vida un poco diferente no volvería nunca más a vivir ésta. ¿En verdad es la literatura lo que amo? ¿Cuántas personas en el mundo se están haciendo esta pregunta? ¿Cuántas personas escriben sobre sí mismas?
Sigo esperando que me presenten en mi nuevas funciones en el trabajo para poder organizar mi cabeza que está como en un limbo, yendo de un lugar a otro, inventando cosas para hacer por culpa de estar sin hacer nada, cosa que -parece- puedo hacer sin que nadie se moleste. No quiero ser independiente, no quiero trabajar por mi cuenta ni organizar mis propias tareas. Quiero que me manden y ordenen otros. Así es mejor el mundo. Al menos el mío. Si fuera por mí me iría a caminar, seguiría leyendo sobre Esteban Echeverría y Juan María Gutiérrez. Una generación con ideales, pasiones, aptitudes. Los que forjaron el destino nacional. Ellos hicieron lo que somos. ¿Por qué no puedo yo ser así? Crear una identidad nacional, un canon, una cátedra de literatura como Rojas o suicidarme como Lugones. Todos tan importantes y yo sin trabajar. Vamos. Yo puedo. Vamos. Voy a hacer algo, aunque sea lo último que haga, Voy a imaginarme otra vida, una vida que yo quiera. Vamos. Voy a seguir esperándola, agregándole cosas en mi mente para que cada vez sea mejor, ahorrando para ella, sacrificándome, y que cuando llegue yo no tenga que estudiar ni quejarme.   

martes, 20 de enero de 2015

Los nadies


Al parecer estos días resulta importante "ser o no ser" alguien. Yo no quiero ser nadie. Yo no soy nadie. No me desespera, no me incomoda. No soy nadie y no considero imperioso serlo. Si pudiera elegir sería yo, aunque no estoy segura de qué signifique ser uno mismo. Sería mujer, sería hija de mis padres, sería argentina. Viviría en la calle Dorrego. Pero no, no quiero ser nada. ¿Por qué de manera tan sencilla, tan rápida, hay personas que deciden qué ser, qué no? ¿Qué esconde, en verdad, el "yo soy"? ¿Cuándo el "yo soy" se convirtió en "todos somos"? Yo no quiero ser nadie, a mi no me incluyan. Cuando escriban el titular de mañana, digan, todos menos ella. Yo no quiero ser nadie. No necesito ser alguien para vivir. Por eso no necesito ascender en el trabajo, no necesito que me reconozcan nada, no me gusta que me elogien o saluden. Por eso mismo no me importa renunciar a lo poquísimo que tengo, o directamente nunca conseguir nada. No necesito ponerme en la identidad de nadie porque sencillamente no aspiro a ser. No necesito vestirme con la ropa de nadie. No soy porque no quiero, porque no hay que "ser" para tomar posición. Formo parte de esa infinita masa llamada los nadies.Pero los nadies también decimos, nos enojamos, somos críticos y pensantes. Los nadies justamente son los que no se decidieron ni quieren hacerlo, seguramente nunca. Después nadie nos acusa a los nadies de haber cambiado de ser, de habernos vendido a la identidad de otro. En el fondo todos somos nadies pero algunos creen que pueden dejar de serlo. El jefe nos obliga a ser cosas que no queremos y algunos nadies por el sólo hecho de ser algo o provocar el amor del jefe que nunca va a querernos -porque él si es alguien y a los nadies, nadie los quiere- se convierten en cualquier cosa, lo primero que se presenta. Un francés humorista o un fiscal millonario. Qué importa. Lo que importa es ser. Lo que importa es no ser nadie.
A veces los nadies encuentran otros nadies que tampoco quieren ser algo. Alguien los escucha y les presta atención. Y por lo menos de esa manera los nadies no se sienten tan solos, porque nadie los quiere y cuando otro nadie lo hace es de verdad, sin pretensiones. Pero los nadies no se vuelven famosos ni importantes. Con suerte alguna vez alguien los recuerda. Pero al segundo confirman que lo mejor del mundo es volver a ser nadie, insignificante y fuerte al mismo tiempo, porque para mirar los acontecimientos (de los que muchas veces ni los "alguien" más importantes forman parte) y hablar no hace falta asumir una identidad que después, muchas veces, cuesta abandonar.