martes, 20 de enero de 2015

Los nadies


Al parecer estos días resulta importante "ser o no ser" alguien. Yo no quiero ser nadie. Yo no soy nadie. No me desespera, no me incomoda. No soy nadie y no considero imperioso serlo. Si pudiera elegir sería yo, aunque no estoy segura de qué signifique ser uno mismo. Sería mujer, sería hija de mis padres, sería argentina. Viviría en la calle Dorrego. Pero no, no quiero ser nada. ¿Por qué de manera tan sencilla, tan rápida, hay personas que deciden qué ser, qué no? ¿Qué esconde, en verdad, el "yo soy"? ¿Cuándo el "yo soy" se convirtió en "todos somos"? Yo no quiero ser nadie, a mi no me incluyan. Cuando escriban el titular de mañana, digan, todos menos ella. Yo no quiero ser nadie. No necesito ser alguien para vivir. Por eso no necesito ascender en el trabajo, no necesito que me reconozcan nada, no me gusta que me elogien o saluden. Por eso mismo no me importa renunciar a lo poquísimo que tengo, o directamente nunca conseguir nada. No necesito ponerme en la identidad de nadie porque sencillamente no aspiro a ser. No necesito vestirme con la ropa de nadie. No soy porque no quiero, porque no hay que "ser" para tomar posición. Formo parte de esa infinita masa llamada los nadies.Pero los nadies también decimos, nos enojamos, somos críticos y pensantes. Los nadies justamente son los que no se decidieron ni quieren hacerlo, seguramente nunca. Después nadie nos acusa a los nadies de haber cambiado de ser, de habernos vendido a la identidad de otro. En el fondo todos somos nadies pero algunos creen que pueden dejar de serlo. El jefe nos obliga a ser cosas que no queremos y algunos nadies por el sólo hecho de ser algo o provocar el amor del jefe que nunca va a querernos -porque él si es alguien y a los nadies, nadie los quiere- se convierten en cualquier cosa, lo primero que se presenta. Un francés humorista o un fiscal millonario. Qué importa. Lo que importa es ser. Lo que importa es no ser nadie.
A veces los nadies encuentran otros nadies que tampoco quieren ser algo. Alguien los escucha y les presta atención. Y por lo menos de esa manera los nadies no se sienten tan solos, porque nadie los quiere y cuando otro nadie lo hace es de verdad, sin pretensiones. Pero los nadies no se vuelven famosos ni importantes. Con suerte alguna vez alguien los recuerda. Pero al segundo confirman que lo mejor del mundo es volver a ser nadie, insignificante y fuerte al mismo tiempo, porque para mirar los acontecimientos (de los que muchas veces ni los "alguien" más importantes forman parte) y hablar no hace falta asumir una identidad que después, muchas veces, cuesta abandonar.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario