domingo, 17 de mayo de 2015

Extraño mi adolescencia

Josefina y Pupé

Extraño mi adolescencia. Muuuuuuuchoooo. Ya van varios días en que me entristezco de la nada y pienso que extraño mi adolescencia. Hoy me llamo una amiga que hace mucho que no veo -Jóse- y me decía que nada es como antes, que ya no nos vemos ni hacemos boludeces. Sí, todo cambia, le digo. Ella es autocrítica, desde que está de novia no nos damos mucha bola y es cierto que no hacemos casi nada juntas. Pero me dice que se siente sola y que ahora que se compró un auto va a pasar a buscarme seguido para volver a ser amigas como antes. Yo no sé si quiero porque a veces tengo miedo de tener una regresión y volver a hacer cosas que creo que ya tengo superadas. Hace poco murió Pupé, su perrito que tenía como quince años. Estuvo con nosotras desde muy chicas y fue muy triste que se fuera. Esto me hizo recordar muchas cosas del pasado, que pensé que había olvidado y de pronto son como una película muy larga que estoy obligada a ver. Viajábamos todos los veranos a Villa Gesell y salíamos a bailar todas las noches. Casi nunca estábamos cansadas y siempre queríamos más. Una vez, su abuela iba a alquilar la casa y como la tenía toda preparada para eso dormimos en una carpa. Al final la casa no se alquiló y la última noche dormimos en camas pero yo me golpee y aflojé la prótesis de mis dientes. Esas cosas me pasaban cuando era chica. Ahora tengo dientes de porcelana que según mi mecánico dental (que también murió hace poco) nunca deberían salirse. Las cosas cuando sos grande nunca se salen ni se pierden. Todo es tan definitivo, tan estanco e inmóvil. Antes me tiraba en la cama a escuchar música y pensar en el chico que me gustaba -era muy soñadora y enamoradiza- y ahora estoy durmiendo o pensando en todo lo que tengo para hacer. Los días son muy cortos, las obligaciones muchas. No me pasa siempre esto de extrañar la adolescencia pero cuando adviene ese sentimiento es demasiado fuerte como para no llorar o querer morirme.

Mi cuñada

Agustina es la hermana de Nicolás, mi novio. Se llama igual que yo pero tiene 17 años. Bueno, los cumple en unos días. Es chiquita y está llena de aros y pulseras que ella hace. En junio se va a Bariloche y está feliz por eso. Entusiasmada, qué se yo. Yo no viajé a Barilo. No tenía amigas y decidí que forzar la amistad para hacer ese viaje y encima tener que pedirle a mis papás que lo pagaran (divorciados, sin hablarse y con muy pocas probabilidades de hacer un acuerdo sin abogados o jueces) no era una buena opción. Me quedé en casa y me acuerdo que en toda esa semana no fui a la escuela. Tenía una amiga y un novio. Mi novio iba a la universidad y estudiaba filosofía. Me enseñó de literatura, cine y música. Pude capitalizar todo eso y estudiar una carrera. No todos pueden decir que hacen lo mismo. A mi las relaciones siempre me sirven y me dejan cosas. Me hacen mejor.
Bueno, Agustina no sabe qué estudiar. Está entre biología y diseño industrial. Son dos opciones que no tienen nada que ver, como le pasa a la gran mayoría de los adolescentes que se ven forzados a decidir a los 17 o 18 años qué quieren hacer por el resto de su vida. Porque, vamos, esa decisión es así de dramática. Después decimos que no era para tanto. Pero solo después. Que todo se trata de la pasión, qué te gusta, qué querés, qué te parece importante. Me gustaría decirle que uno es arrojado a un lugar y ya, tiene que aprender a flotar y mantenerse. Mantenerse a flote. Eso. Pero yo soy muy blanco o negro, vida o muerte. Siempre supe lo que quería hacer y que, en eso o en lo que fuere, fuese buena. No sé. A veces pienso que me educaron de una forma tan contraria que no puedo tolerar las diferencias con otra familia. Creo que lo mejor es lo que yo pienso, aunque en el fondo sé que no está bien. Hay que ser más decidido y elegir algo. No sé. Yo eso de los gustos, de qué vas a trabajar cuando termines, si vas a poder vivir de eso o no, no sé, nunca me importó. Hay que tomar decisiones y punto. Cuando estaba triste mi mamá siempre me preguntaba "¿de verdad estás triste?" O cuando quería algo: "¿de verdad querés eso?" Ella no me obligaba a dudar, todo lo contrario, me hacía pensar en la fragilidad de los sentimientos y los impulsos y lo importante de tomar decisiones serias, importantes, definitorias para la vida de una persona. Todavía la escucho decirme ¿de verdad, Agustina?. Yo creo que todos en el fondo sabemos qué y cómo queremos ser y hacer las cosas. Pero eso no significa que tengamos ganas de esforzarnos y hacerlo. Hay una vida más cómoda que ésta.

Mica

Mi hermana más chica me llama contándome que le gusta un chico pero que le dijo que no puede tener nada con ella ni con nadie porque hace tres años no le va bien con el estudio. Mis hermanas se fueron a estudiar a capital. Victoria y yo nos quedamos. Guillermina y Mica están allá. En un punto la envidio y en otro agradezco no estar histeriqueando con nadie en este momento. El chico estuvo dos años tratando de hacer el CBC y parece que muy bien no le iba. Mi hermana me manda nota de voz por el celular y me cuenta. Trato de ayudarla pero a la vez siento que no se nada del amor (aunque lo disimulo muy bien). Trato de darle ánimos para no decirle que todas las relaciones en el fondo se parecen, duran casi lo mismo y terminan por iguales motivos. El amor no existe. Estudiá, crecé, disfrutá de las cosas buenas de capital, tené sexo, hacé amigos. Pero no les creas lo que dicen a los hombres porque hay muy poco tiempo como para estar pensando si te mienten o te dicen la verdad. "¿No puedo tener una relación porque no tengo tiempo?" Es tan pero tan raro como típico. Una vez salí con un chico que trabajaba en una florería. Me dijo que no quería que fuese su novia (yo nunca le había insinuado nada), una vez que lo invité a una fiesta. Me explicó que no quería nada serio, que quizás iba a ir a la fiesta, o no, que no me hiciera ilusiones. Como mi cerebro está programado con mis sentimientos, dejé de gustar de él mientras decía esas cosas. Le dije que no quería verlo a los dos o tres días y nunca más lo llame. Bueno...algunas veces en las que me sentí sola y triste. Pero me arrepentí rápido y llegué a cancelar salidas a la media hora de haberlo invitado. Listo, nunca más. El tipo no paró de insistir, de decirme "cosas lindas", incluso llevó regalos a mi casa mientras yo no estaba. No dejo de pensar en esa historia mientras mi hermana me cuenta la suya. A veces las personas dicen cosas que no sienten pero bueno, parece que hay que decirlas o suenan bien. 

Me alegro de no estar pasando por algo similar. Mi mente creo que no lo resistiría. Me gustaría gustar de alguien o que alguien guste de mi pero de manera platónica. Amo los sentimientos pero las personas casi siempre nos lastiman. Habría que quedarse sólo con eso. Por momentos pienso que esa desconfianza me aleja un poco de las personas que quiero. Un compañero de trabajo -creo que medio en chiste, medio en serio- me dijo el otro día que mi novio seguro me quería mucho. Creo que insinúo que a excepción de eso nadie podría tolerarme mucho tiempo o estar conmigo de novio. Me quedé pensando en la soledad y por qué las personas están con uno. Yo no sé si soy buena novia, pero es cierto que las personas que me quieren lo hacen de manera incondicional y bueno, las que no me soportan, lo hacen fuerte.

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