martes, 9 de junio de 2015

¿Y si todos estuvieran mejor sin vos?

Estos días estamos con la disputa de si dar a la perra o no. Eva, nuestra perra, es inquieta, cariñosa, buena... pero ocurre que con Nicolás no estamos nunca en casa. Él viaja a La Plata a cursar las últimas materias de su carrera, dos y a veces hasta tres días a la semana. Yo, entre trabajo, cursadas y ocio, no estoy en casa hasta la noche. La perra se aburre, nos rompe las cosas, llora. 
La veo que está mal, percibo que sufre y no quiero retarla más. Hablamos de regalarla a un hogar mejor pero en facebook y también mi cuñada nos condenan por eso. ¿Si uno le dice a otro que con alguien más o en otro lugar va a estar mejor, es abandono? ¿Querer lo mejor para alguien es no ser humano? ¿Dónde está escrito que las adopciones, las cosas, en general, son definitivas? Fundamentalistas sin fundamentos. Y problemas de apego. Miedos. Está bien, todos tenemos miedos. Pero, esas personas encarnizadas en la lucha contra el abandono de los animales, ¿no temen su propio abandono, todo el tiempo? ¿No estamos volcando nuestras inseguridades en las luchas fundamentalistas? Bueno, necesito decirlo. Porque parece que yo no soy un ser humano, no tengo sentimientos. Hay que ser y sentir como dicen los demás. Todo lo que escape a eso es incoherente, inhumano o absurdo. ¿Estaré loca? Una vez que creo, en mi vida, que voy a tomar una decisión adulta, fuera de mi egoismo habitual, considerando todas las partes, casi sin impulsos y con analisis, soy acusada de inhumana. Algo está mal. Ellos y yo.
En esta guerra entre los fundamentalistas y yo se abre una línea divisoria que tensiona cada vez más la cosa. Ahí lo que se discute es irremediablemente importante: quién es más digno, quién tiene más humanidad. Pensé que yo. Otra vez. Estaba equivocada. Recurro a mis rencores y agresiones de siempre, pierdo lo poco humano, les doy la razón. Después vuelvo a ser yo y me entristezco, me quiero quedar con la perra. ¿Qué tengo que demostrar? ¿Por qué nadie inventó todavía un programador de decisiones que las tome por nosotros? Quiero llorar. 
Los sentimientos de mi novio me importan. Él sufre por mí, por Eva, porque tiene humanidad y está por sobre todos nosotros. No quiere tomar la decisión ni realizar la donación de la perra. Yo, otra vez, me tengo que encargar. Su hermana se enoja, quién sabe porqué, le dice que es malo para la perra y que no se hacen esas cosas. Él llora...
Mi mejor salida es la de siempre: mandar todo al demonio. Pero, ¿y si de verdad todos estuvieran mejor sin mí? Estoy mirando los últimos capítulos de una serie donde la protagonista vuelve a su casa después de un mes y el novio ya tiene otra novia pero lo más terrible es que es extremadamente feliz. Pienso en mí y en mi relación y mi perra. ¿No es lo mejor, lo más sano, lo correcto, aceptar que uno falló y otros pueden ocupar mejor nuestro lugar? Siento que está bien pero a la vez lloro, porque es mi peor pesadilla: aceptar que los demás son más felices sin mí. Creo que es la peor pesadilla de cualquiera. La serie me hace mal y lloro. Tengo mucho miedo de que me pase algo así. Con mi ex creo que me pasó, salvo porque yo era muy chica y muy tonta (todavía). Creo que ahora es más feliz sin mí. Practica yoga, anda en bici y hace todas las cosas que antes yo quería que hiciera y no hacía, como tocar la guitarra o viajar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario