A veces pienso cuando voy a Buenos Aires que me encantaría ser
la típica mujer porteña exitosa moderna que tiene el típico novio porteño
exitoso moderno y tener un departamento estilo revista Para Ti decoración en
algún barrio moderno como nosotros, donde toda la gente es famosa y divina y
trabajar de directora de cine o diseñadora de ropa usar anteojos grandes y ser vegana
open mind y free love new age y todo eso. Pero estoy casi segura que no podría
salir de mi reducto que vaya donde vaya voy a sentirme extranjera si no hay un
puerto con lobos marinos y olor a podrido, que tengo la sal del mar adherida al
pelo y en la cara para siempre.
domingo, 19 de noviembre de 2017
sábado, 18 de noviembre de 2017
Cuentos incompletos
Otro proyecto. Tengo la computadora llena de cuentos que nunca terminé de escribir. Algunos ni siquiera tienen título. Podría hacer un libro con todos ellos (antes de perderlos para siempre después de un robo o una parálisis de mi compu) y prescindir del cierre de cada uno, que, claro, nunca voy a escribir. Libre albedrío de los lectores. Programa barthesiano y todo eso. Pereza de la autora. Necesidad de hacer algo creativo pronto o por lo menos que no implique trabajo y obligaciones. Anti alienación. Lo incompleto. Espacio en blanco para que cada uno haga lo que quiera (si es que todavía podemos hacer algo que queremos). Boludeces postestructuralistas. Pagarle a alguien para que los termine de escribir. O morir y dejar un misterio: el de los cuentos bastardos y sin final.
lunes, 13 de noviembre de 2017
Soñé un libro
Soñé que daba vida a un escritor que no existía y que inventaba una obra para ganar una beca de Conicet. En un primer momento me pareció genial la idea de engañar a los demás y ser investigadora de una obra que se moldea de acuerdo a lo que se me ocurre a mí leer o encontrar. Como una investigación policial pero al revés: el detective,por mera afición o porque es un fracasado y tiene tiempo para perder, inventa un misterio y lo resuelve. Demasiado borgeano (¿qué sueños no son borgeanos?). También me recuerda a una película de Woody Allen donde un aspirante a escritor le roba la obra al amigo y a "El artista" de Cohn Duprat. El enfermero que hace pintar al viejo. Como no me animo a hacer esas cosas en la vida real (me descubrirían o no pasaría nada) me decidí a escribirlo como ficción. Pero no quiero escribir la historia de un hombre desdoblado o del típico falsificador sino la de alguien que mientras hace algo (inventar una obra, la suya pero que necesariamente tiene que ser de otro) para conseguir lo que cree como su principal deseo (ser investigador o becario, profesor universitario) descubre en lo otro (lo que serviría supuestamente como "medium") su verdadera pasión y un talento. Es un tema trillado, lo sé desde el principio, pero puede terminar siendo lateral en una novela o la excusa, y siempre, siempre, lo que se impone es la escritura no el argumento.
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