domingo, 24 de febrero de 2019
No me gustan las casas de los ricos
Quiero decir algo. No me gustan las casas de los ricos. Odio su perfección. Esas casas que son de la revista Para ti, frías, calculadas, en tonos grises y vainillas, con muchos almohadones y cortinas hasta el piso. Hay gente que cree que las cosas de los ricos te gustan sí o sí porque son cosas de ricos. Más se supone que algo es hermoso, menos me gusta. Son como los nuevos bares divinos, con mesas de pool y vasos de frascos de mermelada. Nadie baila en esos lugares. Mis amigas quieren hacer la Cooperativa del Baile. Una empresa que organiza fiestas en casas, siempre cambiando, donde cada uno pone la música que le gusta y si no bailás, pagás. Me parece una idea hermosa. En las casas de los ricos obviamente nunca ocurriría. Las casas de los ricos no se pueden usar, no se pueden tocar ni romper. Todo es frágil e incómodo. Bueno, nada eso. Quería ponerlo por escrito.
miércoles, 20 de febrero de 2019
Este año dejo de fumar
Este
año dejo de fumar, como sea
lo escribí en mi cuaderno
con letras gigantes
con letras gigantes
se lo dije a todo el mundo.
Algunas personas me felicitaron,
otras creen que soy joven y todavía
puedo autodestruirme.
Hasta los treinta y cinco, ponele.
Parece que hay una vida que vivís en
serio
y otra que es de prueba.
En la de mentira, vas con la cabeza afuera de la ventanilla del auto
cantando una canción, poseída por la
velocidad
podés ver cómo las cosas
se alejan y desaparecen
te gusta, sabés que no va a venir nada
mejor.
Entonces, alquilás un dos ambientes con
goteras
en un barrio más o menos
buscás trabajo de cualquier cosa
ahorrás lo que podés, vivís lo que
podés
tenés el celular prepago
te tirás en el sillón que compraste por
mercado libre
a comer maní y a fumar
porque fumar siempre fue
la pequeña rebeldía de una chica obediente.
la pequeña rebeldía de una chica obediente.
A veces, mirás televisión para sentir
que sos parte de algo.
Sabés que Elvis Presley coleccionaba
objetos nazis
o que hacía la dieta del sueño:
dormía para no comer.
dormía para no comer.
Tu viejo ya va por la novia número ocho
pero esta es mejor que la que vendía
ropa por internet,
es cantante y su casa parece una
iglesia abandonada.
Tu hermana empezó otra carrera,
la tía Pichona no reconoce a nadie de
la familia
se queja de que sus amigas no van más a
visitarla
tenés que decirle que ya se murieron todas.
En una libreta anota los nombres de la
gente
que la llama por teléfono.
que la llama por teléfono.
Tus amigos dicen que la poligamia es
el futuro
Belén dice que Nueva Zelanda es el
futuro
un hombre desconocido dice que la
pobreza es el futuro
Flavia dice que el futuro es la poesía
tu mamá te dice no hay futuro.
martes, 19 de febrero de 2019
sábado, 16 de febrero de 2019
Atalaya
Una amiga me dijo que el universo es perfecto: todos estamos donde tenemos que estar.
Yo estoy en Atalaya ahora. Un pueblo al que le dicen balneario.
No tengo experiencia con el río. No conozco Punta Indio.
Es lógico que me pregunte qué hago acá.
No soy de acá. Los demás se dan cuenta que no soy de acá.
La gente se siente río o se siente mar.
Yo soy de mar. Vos sos de mar.
Cuando teníamos alguna crisis de pareja, planeábamos un viaje a Entre Ríos para arreglar las cosas. Nunca fuimos.
Antes de ver familias obreras bañarse y hacer asados.
Antes de ver bebés desnudos tirados en la arcilla.
Antes de la alerta naranja, ¿dónde estaba?
Antes se me caían encima los escombros de mi casa.
Trabajaba de cajera en un supermercado y me salían ampollas en los pies porque no me daban silla.
Iba a Gesell todos los veranos.
Me gustaba dormir a la intemperie.
En este pantano me siento bastante bien.
Los perros son salvajes y andan en patota buscando restos de comida.
Hay olor a caca.
Quiero retener este día para siempre.
Sí, mi felicidad vino con olor a podrido.
Aguas marrones y mugre.
Vos compraste un montón de cosas caras, te hiciste amigos nuevos, los llevaste a comer y a bailar, les pagaste todo y te seguís sintiendo igual de miserable. Pusiste un negocio para tener éxito, intentaste ser artista para tener éxito. Después armaste una familia. Y no pasó nada.
¿Por qué te esforzaste tanto?
¿No te enseñaron que la desesperación causa rechazo?
Me voy a meter en los pastizales.
El calor altísimo me marea. Me hace doler un poco la frente, justo arriba de las cejas.
No vine preparada.
Unos nenitos escriben sus nombres en la tierra con una rama.
Lucas, Braian, Ángel. El último le agrega un signo de exclamación.
Ya quiero llegar a casa. Cocinar.
Ponerme aloe vera en los cachetes.
Mirarme en el espejo, a ver si brillo.
Yo estoy en Atalaya ahora. Un pueblo al que le dicen balneario.
No tengo experiencia con el río. No conozco Punta Indio.
Es lógico que me pregunte qué hago acá.
No soy de acá. Los demás se dan cuenta que no soy de acá.
La gente se siente río o se siente mar.
Yo soy de mar. Vos sos de mar.
Cuando teníamos alguna crisis de pareja, planeábamos un viaje a Entre Ríos para arreglar las cosas. Nunca fuimos.
Antes de ver familias obreras bañarse y hacer asados.
Antes de ver bebés desnudos tirados en la arcilla.
Antes de la alerta naranja, ¿dónde estaba?
Antes se me caían encima los escombros de mi casa.
Trabajaba de cajera en un supermercado y me salían ampollas en los pies porque no me daban silla.
Iba a Gesell todos los veranos.
Me gustaba dormir a la intemperie.
En este pantano me siento bastante bien.
Los perros son salvajes y andan en patota buscando restos de comida.
Hay olor a caca.
Quiero retener este día para siempre.
Sí, mi felicidad vino con olor a podrido.
Aguas marrones y mugre.
Vos compraste un montón de cosas caras, te hiciste amigos nuevos, los llevaste a comer y a bailar, les pagaste todo y te seguís sintiendo igual de miserable. Pusiste un negocio para tener éxito, intentaste ser artista para tener éxito. Después armaste una familia. Y no pasó nada.
¿Por qué te esforzaste tanto?
¿No te enseñaron que la desesperación causa rechazo?
Me voy a meter en los pastizales.
El calor altísimo me marea. Me hace doler un poco la frente, justo arriba de las cejas.
No vine preparada.
Unos nenitos escriben sus nombres en la tierra con una rama.
Lucas, Braian, Ángel. El último le agrega un signo de exclamación.
Ya quiero llegar a casa. Cocinar.
Ponerme aloe vera en los cachetes.
Mirarme en el espejo, a ver si brillo.
sábado, 9 de febrero de 2019
Se metió una paloma
Se metió una paloma por la
ventana
abrí la puerta
escuché ruidos de aleteo
de desesperación.
Es lo más loco que me pasa en
mucho tiempo.
Que no se muera acá, pienso
y hay gotitas de sangre en el
piso,
las dos estamos inmovilizadas
todo está abierto
pero no hay aire.
La paloma me apunta
directo al cuello.
Camino por mi casa como si
fuera la primera vez
a medida que prendo una luz,
apago la anterior
suave.
Pensé que eras un murciélago
pensé que ibas a morderme, a
contagiarme rabia
pensé que traías veneno
pensé mal
siempre pienso mal.
Me rompió el libro que compré
porque tenía olor a alguien
que se murió hace poco.
La persigo
la persigo
y la persigo
pero no tengo suerte.
Pregunto en algunos grupos de
whatsapp
cómo sacar un ave de mi casa
cómo hago para que vuele
lejos
y lo único que me mandan son
chistes
chistes
y más chistes.
La linyera de mi pobre
angelito
que vivía en una plaza
su única familia eran un par
de palomas
Andrés Calamaro y su canción
de fogón nostálgico
mi vida fuimos a volar
con un solo paracaídas.
Yo insisto
¿por qué cuando querés
atrapar algo, se te escapa?
¿por qué lo salvaje subsiste,
resiste
a todo?
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